• El Estado brasileño de Amazonas
registró en agosto 8.301 focos ilegales de incendio, el
mayor número de su historia.
• Un mes después del decreto presidencial que prohibía
los incendios en la Amazonia y el Pantanal, Greenpeace
ha sobrevolado los estados de Amazonas y Rondonia para
verificar la ineficacia de la medida.
• El descenso de la calidad del aire en las ciudades de
la región está agravando el impacto de la COVID-19, que
ya ha afectado a diversas comunidades indígenas.
• Greenpeace sigue demandando al sector financiero y
empresarial que rompa sus relaciones con el sector
ganadero brasileño, que está detrás del fuego.
Ante la celebración, mañana día 5, del Día de la
Amazonía, activistas de Greenpeace se han manifestado
esta mañana en la Embajada de Brasil, en Madrid, para
denunciar la destrucción de esta zona tan fundamental
para el planeta. Varios activistas han esparcido cenizas
y ramas quemadas por el suelo y han desplegado una
pancarta con el mensaje “DEJAD DE QUEMAR LA AMAZONÍA”
para demandar al presidente brasileño, Jair Bolsonaro, y
a quienes le apoyan, políticas activas contra los
incendios en esta selva tropical, por la que circula el
20% de todo el agua dulce del planeta, que alberga el
15% de todas las especies de plantas terrestres
conocidas y en torno al 10% de los mamíferos.
“Mientras el presidente Bolsonaro sigue negando que la
Amazonia esté en llamas y haciendo maniobras de
marketing, como el despliegue del ejército para combatir
la destrucción de la selva, ésta sigue ardiendo” ha
señalado Miguel Ángel Soto, portavoz de la Campaña de
Bosques de Greenpeace España. “Pero la falta de
gobernanza en Brasil no solo afecta a la selva. Al
impacto de la crisis ambiental, se suma la crisis
sanitaria provocada por la COVID-19, que está afectando
a grupos vulnerables como los pueblos indígenas y las
comunidades tradicionales“.
Durante la acción, Greenpeace ha entregado una carta,
dirigida al Embajador de Brasil en Madrid, con nuevas
imágenes de los incendios, tomadas entre el 16 y el 21
de agosto en un sobrevuelo de Greenpeace Brasil sobre la
selva. Las imágenes muestran una destrucción
generalizada, incluso en las áreas protegidas, a pesar
de la orden del gobierno brasileño de prohibir los
incendios en la región desde el 16 de julio.
Según los datos aportados por el INPE, la agencia
aeroespacial brasileña, durante el pasado mes de agosto
se han registrado 29.308 focos de incendio en la
Amazonia, la segunda tasa más alta de los últimos 10
años. Pero el dato real podría ser superior, ya que el
satélite de la NASA, utilizado para recoger datos
oficiales sobre el número diario de focos de incendio,
ha comunicado problemas técnicos durante mediados del
mes de agosto. En el Estado de Amazonas se registraron
8.301 focos de incendio, el mayor número de incendios de
su historia.
Además, según la ONG Human Right Watch (3), los
incendios no sólo son una amenaza para el clima y la
biodiversidad, sino que el humo de los incendios añade
otra amenaza a la salud de las personas en este país ya
que el humo se suma a los problemas respiratorios
ocasionados por la COVID-19. Brasil es el segundo país
más afectado del planeta, con más de 3 millones de
contagiados oficiales.
Los datos aportados por el INPE también muestran que, en
el estado de Pará, el 68% de los puntos calientes se
concentran en 4 municipios, los mismos que poseen el 19%
de todo el ganado del estado, según el censo
agropecuario brasileño del censo brasileño del Instituto
Brasileiro de Geografia e Estatística (IBGE). En
relación a la responsabilidad del sector cárnico en el
aumento de los incendios en la Amazonia, Greenpeace
España ha solicitado este mismo verano al Banco
Santander que deje de financiar al sector ganadero que
está detrás de este problema. Según el informe elaborado
conjuntamente por Amazon Watch y APIB y publicado en
2019, el Banco Santander es una de las entidades
financieras que sostienen (con inversiones estimadas en
1.600 millones de dólares) a las tres mayores
productoras de carne de Brasil: JBS, Marfrig y Minerva.
“Los incendios en la Amazonía están provocados por el
sector agropecuario, que busca extender la superficie de
pastos para el ganado y, en menor medida, cultivar soja.
Esto no sería posible si entidades financieras como el
Banco Santander Brasil dejaran de apoyar a esta
industria”, ha señalado Soto.
La explotación de la naturaleza y de las personas es una
de las principales causas de las actuales crisis
sanitaria, climática y de biodiversidad. Greenpeace
exige a los gobiernos y las empresas que pongan fin su
relación con los negocios que destruyen los bosques,
reduzcan drásticamente el consumo de carne y productos
lácteos y establezcan políticas de comercio
internacional que favorezcan economías resilientes, que
tengan en cuenta a la gente y los límites biofísicos del
planeta.
Como ya ocurriera en 2019, a la grave situación generada
por los incendios forestales en la Amazonia, se han
sumado los devastadores efectos del fuego en Siberia y
el Lejano Oriente de Rusia, emitiendo grandes cantidades
de dióxido de carbono a la atmósfera. El crecimiento en
el número de incendios del Ártico es una tendencia
constante en los últimos dos años. Los intensos
incendios en las regiones septentrionales aceleran el
derretimiento del permafrost y el hielo del Ártico,
aumentando la liberación de metano y dióxido de carbono
remanentes. Como en el caso de los incendios en la selva
amazónica, la destrucción de los bosques boreales son
una amenaza para la humanidad en su conjunto. |
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