• Surgen nuevos epicentros de hambre en
países de renta media como Brasil, India o Sudáfrica.
• Ocho de las mayores empresas de alimentación y bebidas
han pagado a sus accionistas dividendos por valor de
18.000 millones de dólares
En su nuevo informe publicado hoy, El Virus del Hambre,
Oxfam Intermón alerta de que, a finales de año, el
hambre provocada por la COVID-19 podría causar la muerte
de hasta 12.000 personas al día, más que la propia
enfermedad. La tasa de mortalidad diaria por COVID-19 a
nivel mundial alcanzó su pico en abril de 2020, con algo
más de 10.000 muertes diarias.
121 millones de personas más, según datos del Programa
Mundial de Alimentos (PMA), podrían acabar al borde de
la hambruna a finales de este año a consecuencia de los
impactos del colapso económico y social provocado por la
pandemia: el desempleo masivo, la alteración de la
producción y los suministros alimentarios o la reducción
de la ayuda humanitaria.
“La COVID-19 es la gota que ha colmado el vaso para
millones de personas que ya tenían que hacer frente a
los efectos de los conflictos, el cambio climático y la
desigualdad, y a un sistema alimentario disfuncional que
ha empobrecido a millones de productores y productoras
de alimentos, y de trabajadores y trabajadoras de ese
sector”, dice Chema Vera, director ejecutivo interino de
Oxfam Internacional.
“Mientras tanto, ocho de las mayores empresas de
alimentación y bebidas han pagado a sus accionistas
dividendos por valor de 18.000 millones de dólares desde
enero de este año”, continúa Vera, “a pesar de que la
pandemia ya se estaba extendiendo por todo el mundo.
Esta cifra es diez veces superior a la cuantía que
Naciones Unidas ha solicitado para evitar que la gente
siga pasando hambre.”
El informe analiza los diez peores “puntos críticos del
hambre” del mundo: lugares como Venezuela y Sudán del
Sur, donde la crisis alimentaria es grave y está
empeorando a consecuencia de la pandemia. Así mismo,
destaca la aparición de nuevos epicentros del hambre,
países de renta media como la India, Sudáfrica y Brasil,
en los que millones de personas que ya antes tenían
dificultades para sobrevivir se encuentran ahora en una
situación límite debido a la pandemia.
A CONTINUACIÓN, SE RESUMEN ALGUNOS EJEMPLOS:
- Brasil: Millones de trabajadores y trabajadoras
pobres, que apenas disponen de ahorros o prestaciones
sociales en los que apoyarse, han perdido sus ingresos a
consecuencia del confinamiento. A finales de junio, tan
solo se había distribuido un 10% del total de las ayudas
económicas comprometidas por el Gobierno federal, que
además ha favorecido sobre todo a las grandes empresas,
en lugar de a los trabajadores y trabajadoras y a las
pequeñas empresas, que son más vulnerables.
- India: Las restricciones a los viajes han
impedido que los agricultores y agricultoras puedan
contratar a trabajadores y trabajadoras migrantes, que
son absolutamente esenciales en el momento crítico de la
época de la recolección. Esto ha hecho que la mayoría
haya tenido que dejar sus cosechas pudriéndose en los
campos. Mientras tanto, los y las comerciantes tampoco
han podido ir a recoger los productos forestales
cultivados por las comunidades tribales, lo cual ha
privado a hasta cien millones de personas de su
principal fuente anual de ingresos.
- Yemen: La pérdida masiva de empleos en los
países del Golfo ha hecho que, durante los primeros
cuatro meses de 2020, los flujos de remesas se hayan
reducido en un 80%, una cantidad equivalente a 253
millones de dólares. El cierre de las fronteras y de las
rutas de suministro ha generado escasez de alimentos y
ha disparado sus precios en un país que importa el 90%
de la comida que consume.
- Sahel: Las restricciones a los movimientos han
impedido a las comunidades de pastores trasladar el
ganado a pastos más verdes donde alimentarse, lo cual
pone en riesgo los medios de vida de millones de
personas. Tan solo se ha comprometido un 26% de los
2.800 millones de dólares necesarios para dar respuesta
a la COVID-19 en la región.
”La COVID-19 nos está haciendo muchísimo daño”, contaba
a Oxfam Intermón Kadidia Diallo, productora de leche en
Burkina Faso. “Tengo problemas para poder dar de
desayunar a mis hijos. Dependemos totalmente de la venta
de leche y, con el cierre de los mercados, ya no podemos
venderla. Y, si no vendemos leche, no comemos.”
Las mujeres y las familias encabezadas por mujeres
tienen más probabilidades de pasar hambre, a pesar de
desempeñar un papel fundamental como productoras de
alimentos y trabajadoras del sector agrícola. Las
mujeres ya eran vulnerables debido a la discriminación
sistémica que sufren, que hace que tengan menos ingresos
y posean menos bienes que los hombres.
Además, las mujeres constituyen un porcentaje
mayoritario de los colectivos más afectados por el
colapso económico derivado de la pandemia, como la mano
de obra ocupada en el sector informal, y se han visto
afectadas también por el drástico incremento del trabajo
de cuidados no remunerado a causa del cierre de los
centros educativos y de la enfermedad de sus familiares.
“Los gobiernos tienen que contener la propagación de
esta enfermedad mortal, pero es igual de importante que
adopten medidas para evitar que las consecuencias
socioeconómicas de la pandemia maten de hambre a tantas
personas como la propia enfermedad, o incluso a más,” ha
dicho Vera.
“Los Gobiernos pueden salvar vidas ya, financiando
íntegramente el llamamiento humanitario de las Naciones
Unidas para la COVID-19, garantizando que la asistencia
humanitaria llega a quienes más la necesitan y
cancelando los pagos de deuda de los países en
desarrollo, para así liberar fondos que permitan
financiar los sistemas de protección social y de
atención de salud de esos países. Para poner fin a esta
crisis de hambre, los gobiernos también deben construir
sistemas alimentarios más justos, sólidos y sostenibles,
que antepongan los intereses de los productores y
productoras de alimentos, y de los trabajadores y
trabajadoras agrícolas a los beneficios de las grandes
empresas de alimentación y agronegocios,” añade Vera.
A día de hoy, el ejecutivo español ha desembolsado
97.161 dólares, muy lejos de los 3,3 millones con los
que se ha comprometido para responder al llamamiento de
Naciones Unidas. España debe defender la ampliación de
la iniciativa de alivio de deuda para que pase de
términos de suspensión a términos de condonación para el
período 2020-2022. Además, el gobierno podría avanzar en
la puesta en marcha de un programa de conversión de
deuda bilateral por inversiones en salud y respuesta a
la COVID-19, mostrando así mayor liderazgo internacional
con una iniciativa propia.
Desde el inicio de la pandemia, Oxfam Intermón ha
proporcionado asistencia alimentaria y agua potable a
4,5 millones de las personas más vulnerables del mundo,
gracias a su colaboración con 344 organizaciones socias
en 62 países. Nuestro objetivo es recaudar 113 millones
de dólares adicionales para financiar nuestros
programas, de manera que podamos llegar a un total de 14
millones de personas. |
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