• ACNUR, la Agencia de la ONU para los
Refugiados, está redoblando los esfuerzos en marcha para
incrementar su capacidad para prevenir, tratar y limitar
la posible expansión del COVID19 entre las comunidades
de refugiados en las regiones de África Oriental, los
Grandes Lagos y el Cuerno de África, que acogen a una de
las mayores poblaciones de refugiados en el mundo.
Viviendo en condiciones de hacinamiento, sin un acceso
adecuado a agua y saneamiento y con una seguridad
alimentaria y medios de vida precarios, las personas
refugiadas en esta región son especialmente vulnerables
frente al virus, tanto en los campamentos como en las
áreas urbanas.
• Tras la confirmación de los primeros casos positivos
por COVID-19 en Sudán del Sur y en Eritrea la semana
pasada, todos los países en la región están ya
respondiendo ante el brote. Aunque hasta la fecha no se
han confirmado casos entre las personas refugiadas,
solicitantes de asilo y desplazadas internas, es
necesario estar preparados.
ACNUR está cooperando con los ministerios de sanidad y
otras autoridades gubernamentales, así como la
Organización Mundial de la Salud, para la inclusión de
las personas refugiadas, solicitantes de asilo y
desplazadas internas en los planes de respuesta
nacionales. Varios países en la región han puesto ya en
marcha políticas ejemplares que permiten a los
refugiados acceder a los servicios públicos de sanidad.
No obstante, muchos refugiados viven en áreas remotas
situadas a muchos kilómetros de los centros de salud
públicos más cercanos. Otros viven en alojamientos
pequeños y masificados en áreas urbanas con una gran
densidad de población, por lo que encuentran grandes
desafíos para poder cumplir con las recomendaciones de
distanciamiento físico y social.
Muchas de las operaciones de ACNUR en la región han
distribuido entre las personas refugiadas una cantidad
mayor de alimentos y de artículos de primera necesidad,
como el jabón, para así reducir la frecuencia de estas
distribuciones y con ello los riesgos que puedan suponer
las filas de espera y las grandes multitudes.
El brote del virus se suma a la situación de emergencia
ya existente en la región, donde el 60% de las personas
refugiadas ya sufren reducciones en las raciones de
alimentos debido a la falta de fondos. Esta situación se
podría ver agravada por interrupciones en la cadena de
suministro habitual como consecuencia de una serie de
medidas para la lucha contra el COVID-19, como las
restricciones y controles en frontera.
La pandemia también está teniendo un impacto fuerte en
la capacidad de las personas refugiadas de trabajar y
generar ingresos. Muchas personas refugiadas han visto
cómo sus propios negocios o aquellos para los que
trabajan, a menudo como jornaleros, han tenido que
cerrar. Quienes dependen del comercio transfronterizo se
han visto particularmente afectados.
ACNUR está abogando ante los gobiernos para que
garanticen la inclusión de los refugiados en todos los
programas de protección social de emergencia, además de
seguir explorando oportunidades para ofrecer a las
personas en mayor situación de vulnerabilidad asistencia
económica puntual para ayudarles a cubrir sus
necesidades básicas.
Las escuelas en la región han permanecido cerradas y se
estima que cerca de un millón de estudiantes refugiados
se encuentran actualmente fuera de las aulas. ACNUR está
trabajando junto con socios gubernamentales y no
gubernamentales en programas de cursos a distancia y de
alfabetización digital, apoyándose en alianzas ya
existentes con el sector privado para ofrecer soluciones
de educación online en Kenia, Sudán del Sur, Tanzania y
Uganda.
En el conjunto de la región, ACNUR está participando en
campañas informativas de sensibilización, prevención y
tratamiento sobre el COVID-19, especialmente a través de
los grupos comunitarios y líderes religiosos, y mediante
líneas telefónicas de asistencia, panfletos, posters, el
envío masivo de SMS y mensajes de WhatsApp, cuñas de
radio, discusiones de grupo, folletos, carteles
publicitarios y murales.
Además de reforzar la capacidad de atención básica, como
los espacios de aislamiento en campamentos, en ACNUR hay
preocupación por la situación de necesidad de los
sistemas sanitarios en la región, en particular los
hospitales de referencia y las unidades de cuidados
intensivos, en caso de que el virus se extienda con
rapidez.
ACNUR continúa apoyando los esfuerzos de estos países,
junto con las agencias de la ONU y ONGs socias,
manteniendo los programas en curso allí donde sea
posible e implementando nuevas medidas para dar
respuesta a las necesidades humanitarias relacionadas
con la pandemia del COVID-19, tales como:
En Yibuti se han proporcionado nuevos refugios a más de
4.500 personas refugiadas y solicitantes de asilo a fin
de mejorar las condiciones de hacinamiento y facilitar
el distanciamiento físico en las poblaciones de Ali
Addeh y Holl-Holl.
En Etiopía se ha incrementado el suministro de agua y
jabón en los campamentos y se han instalado puntos para
el lavado de manos, incluyendo 127 estaciones
comunitarias y unos 14.700 puntos de agua domésticos
solo en el campo de refugiados de Gambella.
En Kenia se han identificado pabellones de aislamiento
con camas adicionales en los dos campos de refugiados en
el país. Se están distribuyendo equipos de protección
individual (EPIs) al personal sanitario en las clínicas,
al tiempo que se están llevando a cabo evaluaciones para
identificar posibles localizaciones para nuevas clínicas
en el terreno con las que ofrecer atención sanitaria en
los campamentos de refugiados. Se han ajustado los
repartos de alimentos, jabón y otros artículos para
cumplir con los estándares de distanciamiento social. Se
están enviando mensajes con información sobre el COVID-19
y con medidas de prevención a las personas de refugiadas
que disponen de teléfono móvil.
En Somalia se están mejorando los alojamientos y el
suministro de artículos de ayuda para favorecer el
distanciamiento físico y social en las mayores
poblaciones de desplazados internos. Los campamentos de
desplazados internos que se encuentran en situación de
mayor riesgo van a ser descongestionados y se están
mejorando los alojamientos y la distribución de
artículos de primera necesidad. Los planes de ACNUR
prevén asistir a 27.600 personas desplazadas internas
que se encuentran en lugares con una gran densidad de
población.
En Sudán más de 320.000 personas refugiadas, desplazadas
internas y personas de las comunidades de acogida en
todo el país han recibido jabón y otros artículos de
higiene. En el centro de registro de Beliel, en Darfur
del Sur, se ha instalado un tanque de agua de 1.000
litros de capacidad. A las personas refugiadas que
llegan al este de Sudán se les está tomando la
temperatura y se les hace seguimiento durante dos
semanas para detectar posibles síntomas.
En Tanzania se han duplicado la distribución mensual de
jabón y se entregan bidones de mayor capacidad para
facilitar el lavado de manos en los tres campamentos de
refugiados. Se han construido puntos adicionales de
lavado de manos, incluyendo equipamiento en centros de
recepción, puntos de distribución, mercados y colegios.
En Uganda ya se habían puesto en marcha distintas
medidas en el marco de la respuesta a la amenaza del
ébola, como controles sanitarios, toma de la temperatura
y aumento de las estaciones para el lavado de manos en
centros de tránsito y de recepción, así como en los
asentamientos de refugiados. Además, se han incrementado
las distribuciones de jabón y los profesionales
sanitarios están recibiendo una formación específica
sobre COVID-19.
Todos los países en la región han puesto en marcha
medidas estrictas en materia de movilidad, desde el
cierre de fronteras hasta confinamientos y toques de
queda. ACNUR insta a estos países, algunos de los cuales
llevan acogiendo generosamente a personas refugiadas
desde hace décadas, a seguir ofreciendo protección y
acceso al asilo a las personas que huyen de la guerra y
la persecución en estos tiempos complicados.
En el marco del Plan Global de Respuesta Humanitaria por
el COVID-19 de la ONU, ACNUR lanzó una petición de
emergencia solicitando 255 millones de dólares para
llevar a cabo intervenciones vitales y preparaciones
para dar respuesta ante la pandemia del COVID-19, de los
cuales inicialmente 15 millones se han solicitado
específicamente para los países de África Oriental y el
Cuerno de África. ACNUR urge a la comunidad
internacional a que se contribuya con la financiación
solicitada para así garantizar la salud y la seguridad
de las personas refugiadas, desplazadas internas y sus
comunidades de acogida durante esta crisis.
La Oficina de ACNUR para África Oriental, el Cuerno de
África y la región de los Grandes Lagos cubre 11 países:
Burundi, Yibuti, Eritrea, Etiopía, Kenia, Uganda,
Ruanda, Somalia, Sudán del Sur, Sudán y Tanzania. |
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