Como es imposible sustraerse a la
tragedia del coronavirus, la gente se la está tomando
con humor. No me extraña. Es la mejor terapia. La de la
intrascendencia.
En vez de tirarse por la ventana, la gente enclaustrada
en casa se dedica a imaginar diversiones para ellos y
para los demás. A riesgo, incluso de bloquear las redes
sociales, hacerse amigo en Facebook de gente que apenas
conoce o volver a hablarse por vídeo llamadas con el
pesado de su cuñado a quien juró no volver a ver.
Por eso, en medio de la calamidad de estos días, uno
descubre el placer de carreras de canicas en vez de las
de Fórmula 1, o de partidas de barcos a voz en grito con
los vecinos en lugar de lóbregas y humosas partidas de
póker.
Se trata, digo, de la belleza y el placer de los actos
intrascendentes. Es decir, de aquellos que no pretenden
arreglar el mundo, pero que en su simpática pequeñez nos
ayudan a comprenderlo mejor a él y hasta a nosotros
mismos.
Eso es lo que han hecho siempre los articulistas
geniales. Por eso recuerdo en estos días a dos
columnistas de hace un siglo, con cuyos escritos aún
continúo gozando de vez en cuando. Son Fernández Flórez
y Julio Camba, exquisitos y lúcidos cronistas
parlamentarios cuando tuvieron ocasión de serlo, pero
sobre todo comentaristas de lo cotidiano, con una
agudeza que les permitía diseccionar tronchantemente la
realidad, como La teoría del gallego, del primero, o El
guardia inglés objetivamente considerado, del segundo.
Lástima que el género de la ironía inteligente, y banal,
en apariencia, no se prodigue hoy día. A los añorantes o
buscadores de este tipo de artículos debo recomendarles
a mi amigo, el ilustre polígrafo valenciano Carlos
Pajuelo de Arcos, que es capaz, por ejemplo, de sacar un
jugo insólito al forzoso encierro vírico de estos días
con actividades a cuál más peregrina.
Beneficiémonos, pues, de su ingenio.
ENRIQUE ARIAS VEGA
Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva
escribiendo más de cincuenta años. Sus artículos han
aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en
la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico
Noticias del Mundo de Nueva York.
Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de
Catalunya, de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la
edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como
director general de publicaciones del Grupo Zeta y
asesor de varias empresas de comunicación.
En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en
prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo
obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el
nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro
(2004), el de Novela Corta Ategua (2005), el de
periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir
(2006) y el de Compostela Monumental (2011).
Sus últimos libros publicados han sido una compilación
de artículos de prensa, como España y otras
impertinencias (2009) y otra de relatos cortos, Nada es
lo que parece (2008). Es autor, también, entre otras
obras, de la novela El Ejecutivo (2006), de la que ya
van publicadas tres ediciones, de Ir contra corriente
(2007), Valencia, entre el cielo y el infierno (2008) y
una antología de semblanzas bajo el título de Personajes
de toda la vida (2007). |
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