• CCOO considera el informe del FMI como
un ejercicio sin seriedad metodológica, pues compara la
evolución del empleo en España con países con economías
muy heterogéneas, tanto de la nuestra como entre ellos,
y de ahí deduce los efectos de la reforma laboral de
2012.
• Las reformas laborales de 2010 y 2012 no han servido
para crear más empleo, sino para precarizarlo,
provocando una fuerte devaluación salarial, un reparto
más desigual de la riqueza generada por las empresas y
un incremento de la rotación laboral y el tiempo
parcial.
El empleo repuntó en España por encima de la media
Europea tras el fin de la crisis debido, no a la reforma
laboral, sino a que aquí la caída previa fue más
profunda y a la relajación de la dura política de
austeridad impuesta desde Bruselas y avalada por el FMI,
el cambio en el signo de la política monetaria y el
viento de cola generado por la reducción del precio del
petróleo y las materias primas. Desde el momento en el
que se relajó el austericidio fiscal (posteriormente
reconocido como equivocado hasta por sus promotores en
la Comisión Europea) en 2014, el empleo y la actividad
saltaron hacia arriba como una goma de la que se había
estado tirando hacia abajo con políticas procíclicas.
En consecuencia, la reforma laboral no ha producido
ningún impulso adicional sobre el empleo, de hecho el
ritmo de creación de empleo ha sido inferior en esta
salida de crisis que en las dos anteriores. El
crecimiento empleo fue del 2,3% en los primeros cuatro
años de recuperación (2014–2017), por debajo del 2,7%
producido en los cuatro años posteriores a la recesión
de mediados de los noventa (1994–1998) y del 3,5% de la
iniciada a mediados de los setenta hasta mediados de los
ochenta, que fue más larga que la última vivida por la
economía española.
En cuanto a la desigualdad, en España se ha recortado
menos en la distribución de la renta que Portugal que, a
diferencia de España, ha llevado a cabo políticas de
reparto de los esfuerzos para combatir los efectos de la
crisis. De los 6,4 puntos en los que aumentó la
desigualdad de la renta antes de transferencias públicas
entre 2009 y 2014 en España, solo se han recortado 2,2
puntos porcentuales entre 2014 y 2018, una rebaja del
34,4%. En cambio, en Portugal la caída ha sido del
40,2%. Además, España sigue siendo en 2018 uno de los
países de la UE donde la brecha entre ricos y pobres es
más grande.
Las reformas laborales de 2010 y 2012 no han servido
para crear más empleo sino para precarizarlo. Han
provocado una fuerte devaluación salarial, con una caída
del salario por realizar el mismo trabajo entre 2008 y
2017 del 10,8% en términos reales (descontada la
inflación), así como un reparto desequilibrado de las
cargas que han caído, especialmente, sobre las personas
trabajadoras, mientras los dividendos repartidos por las
empresas seguían creciendo. Asimismo, las reformas
laborales han aumentado los despidos, incrementando la
rotación de los contratos indefinidos y temporales y,
como señala el informe del FMI, han hecho crecer el
tiempo parcial involuntario. |
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