• El Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, ha concluido
en Burkina Faso una visita a tres países de la región
del Sahel. Desde allí ha manifestado su preocupación por
el rápido deterioro de la situación en la región del
Sahel, donde la creciente inseguridad está forzando a un
creciente número de personas a huir de sus hogares.
• “La emergencia está aquí, en el Sahel, donde las
personas están sufriendo, están siendo asesinadas, las
mujeres están siendo violadas y los niños y niñas no
pueden ir al colegio”, ha declarado Filippo Grandi. “Es
en el Sahel donde debemos intervenir antes de que esta
crisis sea imposible de gestionar”.
En sus reuniones con los presidentes de Burkina Faso y
de Níger, así como con el gobierno de Mauritania, el
Alto Comisionado ha elogiado a estos países por seguir
acogiendo a las personas refugiadas a pesar de estar
afrontando emergencias humanitarias como las que se
viven en Níger y en Burkina Faso. “En el Sahel, algunos
de los países más pobres del mundo siguen siendo de los
más generosos”, afirmó Filippo Grandi, reconociendo la
solidaridad que Níger, Burkina Faso y Mauritania están
demostrando a los cerca de 165.000 refugiados que han
huido de Malí, donde la situación de seguridad no
presenta visos de mejorar.
“A pesar de los numerosos desafíos que afrontan estos
tres países hoy en día, no vemos un compromiso de este
nivel en la mayor parte del mundo”, declaró Grandi, en
reconocimiento a las soluciones para el desplazamiento
forzado de larga duración que fomentan la cohesión
social entre las comunidades de acogida, los refugiados
y los desplazados internos.
El número de desplazados internos en Burkina Faso se ha
multiplicado por diez solo en 2019, alcanzando un total
de 560.000 personas. Otras 70.000 fueron desplazadas en
Malí durante el mismo año, por lo que la población
desplazada interna en este país supera las 200.000
personas. En total, la región del Sahel central cuenta
con más de un millón de personas refugiadas y
desplazadas internas.
“Las historias que me han contado en Níger, en
Mauritania y en Burkina Faso son escalofriantes.
Testimonios que dan cuenta de asesinatos a manos de
grupos armados, de destrucción de hogares, colegios y
centros de salud; casos de violencia contra las
mujeres”, compartió el Alto Comisionado.
Los ataques indiscriminados perpetrados en toda la
región por grupos armados y facciones terroristas contra
instituciones del Estado, fuerzas de seguridad, colegios
y centros de salud se están sucediendo con una
frecuencia alarmante. Estos ataques agravan las
tensiones sociales ya existentes y la pobreza
generalizada, dado que las comunidades locales a menudo
son las primeras en responder.
En la región de Liptako-Gourma, donde Malí, Burkina Faso
y Níger comparten fronteras, las personas refugiadas que
huyen de Malí y Burkina Faso se encuentran muchas veces
buscando seguridad y cobijo en lugares también asolados
por la violencia. La inmensa mayoría de quienes huyen de
la violencia en toda la región son mujeres, niños y
niñas. Muchas de estas personas ya se han visto
obligadas a desplazarse en varias ocasiones. Las
comunidades locales pueden ofrecer un apoyo muy limitado
debido a la extrema pobreza extendida en muchas partes
del Sahel.
En Ouallam, municipio de la región de Tillabéri en
Níger, una comunidad de 5.000 personas refugiadas
recibió a Filippo Grandi. Muchos de ellos llevaban desde
2012 viviendo en tiendas de campaña en un campo cercano
a la frontera con Malí hasta que la violencia desatada
recientemente les forzó a desplazarse de nuevo. La misma
violencia que obligó a los refugiados a desplazarse,
forzó también a los nigerinos a salir de sus hogares.
Filippo Grandi escuchó relatos muy dolorosos sobre los
peligros y amenazas que sufrieron por parte de los
grupos armados y que les obligaron a dejar sus pueblos
llevando consigo poco más que la ropa que llevaban
puesta.
En Burkina Faso, en Kaya y en Dori, el Alto Comisionado
conoció a los y las supervivientes de un ataque reciente
a un pueblo cercano en el que unas 20 personas fueron
asesinadas unos días antes. Sus relatos eran
desgarradores y detallaban cómo en la noche se inició el
ataque, en el que asesinaron a hombres y niños, violaron
a las mujeres, saquearon casas y escuelas y destruyeron
otras infraestructuras.
Esta inseguridad generalizada tiene un impacto negativo
en la respuesta humanitaria, ya que dificulta en gran
medida el acceso de los actores humanitarios a las
personas que necesitan asistencia. Las personas forzadas
a huir y las comunidades que las acogen necesitan
desesperadamente cobijo, alimentos, agua potable,
protección, atención sanitaria y educación.
Incluso en una situación de inseguridad que sigue
forzando a un importante número de personas a huir
dentro de sus propios países, en la región encontramos
una solidaridad ejemplar con las personas refugiadas. En
Mauritania, Filippo Grandi se reunió con algunas de las
casi 60.000 personas refugiadas de Malí que huyeron hace
más de 8 años, quienes le hablaron sobre la generosidad
de sus comunidades de acogida. En Níger, pudo ver un
ejemplo de cohesión social en un innovador programa de
alojamiento sostenible que reúne a las comunidades de
acogida, refugiados y desplazados internos.
“En el Sahel, la respuesta a la crisis no debe limitarse
únicamente a cuestiones de seguridad. La protección de
aquellos que se han visto obligados a huir debe seguir
siendo el centro de nuestra respuesta a esta crisis de
desplazamiento”, declaró Grandi.
Esto implica una mejor coordinación entre las
autoridades civiles y militares que garantice el acceso
humanitario para así permitir una asistencia inmediata.
También resulta esencial crear las condiciones adecuadas
para que los actores humanitarios y de desarrollo puedan
contribuir a encontrar soluciones para la población
afectada.
Ante una crisis de desplazamiento de tales dimensiones,
ACNUR reitera su llamamiento a la protección de quienes
huyen de la violencia. Los gobiernos de los países del
Sahel reiteraron sus compromisos para la protección de
la población civil en un contexto de operaciones de
contraterrorismo en la región. Reafirmaron, asimismo, la
necesidad de mejorar el acceso de las personas
desplazadas a conseguir documentación sobre su estado
civil, documentos de identidad y de nacionalidad para
poder tener acceso a la educación, al empleo, al
alojamiento y la sanidad, además de prevenir la
apátrida.
Además de reforzar su respuesta, ACNUR reitera que no se
debe atender las necesidades humanitarias en el Sahel a
costa de otras crisis regionales. El Sahel también sufre
la crisis de la región vecina del Lago Chad, donde se
estima que 2,8 millones de personas viven desplazadas y
donde existe una necesidad similar de garantizar el
acceso humanitario y la protección de las personas que
se han visto forzadas a huir. Resulta crucial evitar el
riesgo de la desestabilización de la región de África
Occidental, dado que la inseguridad se sigue propagando.
“La paz, la seguridad y el desarrollo son elementos
clave para la coexistencia entre quienes se han visto
obligados a huir y las comunidades que les reciben”,
declaró Filippo Grandi. “Para apoyar a los gobiernos a
acercar a sus comunidades de acogida y a los refugiados,
las organizaciones humanitarias y de desarrollo deben
trabajar para garantizar el acceso a la educación, la
sanidad y las oportunidades económicas”, añadió. “Para
encontrar soluciones duraderas hay que dar respuesta a
las causas fundamentales de la crisis. Esto también
supone prestar atención al impacto del cambio climático,
así como a los efectos que estos desplazamientos tienen
sobre el medioambiente”.
* ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados,
lidera la respuesta internacional para proteger a las
personas que se han visto forzadas a abandonar sus
hogares a causa de los conflictos y la persecución. |
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