• El nuevo gobierno de España ha
anunciado una estrategia de progreso sustentada en tres
pilares fundamentales: progreso económico, progreso
social y sostenibilidad ecológica. El progreso económico
se apoya en la mejora de la productividad y la
competitividad de la economía, la elevación de la
capacidad innovadora y el cambio de modelo productivo.
El progreso social pivota sobre la creación de empleo,
mayor igualdad de oportunidades, eliminación de la
pobreza severa y reducción de las desigualdades en la
distribución de la renta y la riqueza.
La sostenibilidad ecológica persigue una reducción
sistemática del impacto medioambiental de la actividad
productiva, la movilidad y el estilo de vida, así como
la adaptación al cambio climático. Los tres pilares
deben estar estrechamente interrelacionados en aras a la
eficiencia, eficacia y celeridad del cambio. Pero para
conseguir esto la selección de los instrumentos y
actuaciones a llevar a cabo debe ser inteligente y bien
informada. En caso contrario, el fracaso, la
dilapidación de recursos y la frustración social están
asegurados.
Un poderoso instrumento de una estrategia de esta
naturaleza es el Corredor Mediterráneo. Un instrumento
capaz de contribuir significativamente a la construcción
de los tres pilares de la estrategia de progreso, ya
que:
1) Constituye un importante generador de empleo y
motor del crecimiento económico de forma tanto directa
como indirecta e inducida. Esta inversión no sólo genera
empleo directo, sino que origina importantes efectos
arrastre sobre otras muchas actividades.
2) Contribuye significativamente a la mejora de
la competitividad de las economías por las que discurre,
al reducir el coste de transporte en relación con el
camión (6 céntimos de euro por kilo, en promedio) y
mejorar el acceso a los mercados, además de elevar la
reputación de los productos transportados debido a las
ventajas ambientales que comporta en sociedades cada vez
más sensibilizadas con el cambio climático. Como
consecuencia de esto es una garantía de mantenimiento e
incremento de empleo y mejora de los ingresos de los
habitantes (agricultores, trabajadores del sector
industrial y del sector servicios) de las zonas
beneficiadas por esta infraestructura. En el caso que
nos ocupa, más del 40% de la población nacional.
3) Es un motor fundamental de nuevas actividades
generadoras de renta y empleo al permitir la desviación
de una parte importante del tráfico de mercancías entre
Asia y Europa, ya que acorta, abarata y beneficia
ambientalmente la conexión entre ambas áreas económicas
a través de los puertos del Mediterráneo español. Como
consecuencia de ello no sólo contribuye al incremento de
la actividad logística y diversos servicios relacionados
con ella, sino que eleva sustancialmente el atractivo
del Arco Mediterráneo Español para la localización de
nuevas actividades productivas y la inversión
extranjera. En suma, constituye un vehículo fundamental
para el cambio de modelo económico que tanto necesita
España y una garantía de plena utilización del Corredor
y rápida recuperación de la inversión realizada en él.
4) Constituye un factor fundamental de
integración nacional, mediante la conexión circular,
generación de sinergias entre territorios y mejora del
producto turístico de la zona donde se concentra el
grueso de esta actividad fundamental para España.
5) Representa un instrumento de inestimable valor
para la descarbonización de la economía y la sociedad
española, al eliminar las importantes emisiones que
genera el tráfico de mercancías y el de personas por
carretera, todo ello favorecido por las ventajas que
tanto en un caso como en el otro aporta un Corredor de
doble plataforma, con alta velocidad y tráfico de
mercancías en ancho europeo. Igualmente, disminuye de
forma sensible las emisiones a la atmósfera del
transporte de mercancías entre Asia y el centro y norte
de Europa, al complementar sustancialmente al barco en
el trayecto entre el Mediterráneo y el Mar del Norte.
Si los gobiernos de España hubieran valorado
sensatamente las ventajas del Corredor Mediterráneo,
este llevaría ya implantado más de diez años y España
hubiera crecido más, generado más empleo y reducido sus
emisiones a la atmósfera, mejorando considerablemente
las condiciones de vida y empleo y las perspectivas de
futuro del país. La inversión del Corredor ya estaría
amortizada en gran medida. Y el ahorro en transporte
hubiera incrementado sensiblemente los ingresos de los
productores en muchos millones de euros por temporada.
Si el nuevo gobierno está comprometido con una
estrategia de progreso, como ha anunciado y sugiere con
las cuatro vicepresidencias creadas, el Corredor
Mediterráneo debe ser la primera medida a llevar a cabo
y a terminar en tiempo récord. El diseño es claro y los
estudios de trazado, impactos e inversión están hechos.
El beneficio económico, social y ambiental de una rápida
implantación es lo suficientemente trascendente como
para que tenga una rápida ejecución. Esperar a 2025 para
verlo en funcionamiento, como afirmó el secretario de
estado de infraestructuras, Pedro Saura, sería demasiado
costoso para el país y un auténtico fracaso para el
gobierno. Hay que hacer el esfuerzo inversor que sea
necesario, ya que la rentabilidad económica y social de
la infraestructura, está asegurada.
Federico Félix
Presidente de la Fundación Pro AVE
Presidente de la Federación Agroalimentaria de la
Comunidad Valenciana
Vicepresidente de FERRMED |
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