• Cuando perdemos a un ser querido
necesitamos hacer el duelo, procesar nuestra pérdida.
• El proceso puede ser diferente para cada uno de
nosotros, pero igual de necesario para todos.
• El duelo nos permite recobrar nuestro equilibrio
emocional y físico, adaptarnos a los cambios y retos con
los que la perdida nos deja, y volver a dar un
significado a nuestras propias vidas.
Pero ¿Qué conlleva el duelo? ¿Es un asunto de dejar que
el tiempo pase? ¿De resignarnos a la voluntad Divina?
¿Quizá de olvidar? ¿De negar o reprimir lo que nos está
sucediendo? Sabemos que no.
Hoy en día, y cada vez más, nuestro sistema médico trata
al doliente como una persona enferma a la que hay que
curar, es decir, medicar con los medios disponibles,
olvidando que el duelo es un proceso natural, y que las
lágrimas compartidas nuestras mejores pastillas.
Es muy probable que, ante una muerte trágica o
inesperada de un ser amado, podamos necesitar apoyo
médico, principalmente en los primeros momentos del
suceso.
Pero medicar nuestras pérdidas no es la mejor, ni más
fiable, manera de hacer nuestro duelo. Al contrario,
puede llevarnos a que nuestro dolor quede congelado en
nosotros, y nos impida elaborar nuestros sentimientos y
emociones.
El duelo no es reprimir, negar, ni evitar lo que
sentimos, es vivir lo que nos está pasando. Hay dolor en
nuestras pérdidas, es por ello que a la persona que está
en duelo se le llama doliente.
Y el doliente necesita compartir su dolor tal y como lo
está sintiendo, sin que nadie quiera cambiar lo que está
viviendo, en esos momentos en que todo parece
derrumbarse. La compañía y la escucha de un buen amigo o
un miembro cercano de la familia, puede ser la mejor de
las medicinas.
Cuando no disponemos de esos apoyos, sentimos que el
dolor nos supera y no avanzamos. Buscar la ayuda de un
profesional en este campo será la mejor manera de
cuidarnos. Continuar con nuestra vidas como si nada
hubiera pasado tampoco es la fórmula de resolver nuestra
pérdida. A la larga, el dolor que se nos queda dentro se
convierte en sufrimiento y nos enferma.
William Worden, profesor de psicología en Harvard y
experto en terapia de duelo, propone un modelo de cuatro
tareas para hacer nuestro duelo. El doliente ya no es un
ser pasivo en su dolor, sino activo en su propio proceso
de pérdida.
* La 1ª de las tareas de Worden es:
ACEPTACIÓN DE LA REALIDAD DE LA PÉRDIDA
Aceptar lo irreversible de la muerte: que nuestro ser
querido no va a volver. Una tarea a la que nos solemos
resistir por el dolor en el que nos sumerge. De hecho,
en los primeros momentos podemos entrar en un estado de
shock inicial, para protegernos,‘anestesiarnos’ del
desgarro que nos sobreviene.
Llevar a cabo esta tarea implica hablar de nuestro ser
querido, de las cosas que nos gustaban de él y también
de las que no nos gustaban tanto; de la relación que
tuvimos e incluso de las circunstancias que acompañaron
a su muerte.
A veces, en las familias, se crea el pacto del silencio:
nadie habla del ser amado que ya no está. Dejando a cada
miembro, especialmente a los niños, vulnerables ante la
pérdida y su dolor. Habla y hablales del ser querido,
recordadlo juntos.
De no hacer esta tarea, podemos terminar peleados y
resentidos con la vida por no aceptarla.
* La 2ª de las tareas de Worden es:
ELABORAR EL DOLOR Y LAS EMOCIONES DE LA PÉRDIDA
Rabia, enfado, tristeza, culpa, soledad, angustia,
ansiedad, impotencia. Son emociones que podemos sentir
debido al impacto de la pérdida. Pero, también alivio o
sensación de emancipación ante una enfermedad prolongada
que ya terminó.
Emociones, con las que tendremos que trabajar para
resolverlas y ser capaces de dejar partir. De otra forma
no podremos avanzar en nuestro duelo, y corremos el
riesgo de quedarnos ahí, sin avanzar tampoco en nuestra
vida. Anclados en una realidad, la de la pérdida, que no
podemos cambiar.
* La 3ª de las tareas de Worden es:
ADAPTARSE A UN ENTORNO EN EL QUE EL FALLECIDO NO ESTÁ
Una pérdida importante deja un vacío en nosotros. El
vacío de sus llamadas, que ya no se producen; el de su
voz, que ya no la oímos; de su presencia que ya no está.
Su ausencia ha dejado un vacío.
Quizá ya no seamos madres o padres porque fue nuestro
hijo el fallecido. O ya no seamos la esposa, el marido,
la hermana, el hijo o la amiga. Dependiendo del vínculo
y del rol que mantuviéramos con ese ser querido podemos
experimentar la pérdida de nuestra propia identidad, y
tendremos que reconstruirla.
Reconstruir nuestra vida sin esa persona a nuestro lado.
De eso se trata esta tarea. Quizá aprender cosas
prácticas como a llevar la casa, cocinar, manejar las
cuentas, pagar facturas, si eran las parcelas que el
otro realizaba.
Quizá aprender nuevas habilidades, como tomar decisiones
sin el apoyo del otro, socializar con otras personas, o
salir de nuestro entorno. Igualmente dejaremos de hacer
cosas que hacíamos para el otro, que ya no son
necesarias.
Aprender a invertir el tiempo y la energía que
dedicábamos a esa persona, y a nuestra relación con
ella, en otras ocupaciones y proyectos. Esta tarea
presenta muchos y diferentes retos y cambios para el
doliente, y paradójicamente la oportunidad de verse
capaz de afrontarlos.
* La 4ª de las tareas de Worden es:
RECOLOCAR EMOCIONALMENTE AL FALLECIDO Y CONTINUAR
VIVIENDO
Esta tarea nos lleva a dar un nuevo significado a
nuestras vidas, y nos empuja a vivirlas. No se trata de
olvidar a nuestro ser querido, sino de encontrar un
lugar en nuestro interior donde siempre nos acompañe.
El vinculo que teníamos no desaparece con la muerte,
seguimos vinculados a ese ser, aunque de manera
distinta. Y ese nuevo vínculo nos puede dar la fuerza
para continuar con nuestra vida y vivirla, incluso, de
una forma plena.
Cuantas veces una pérdida importante nos lleva a una
transformación y crecimiento personal. La vida puede
tomar dimensiones o rumbos que ni siquiera habíamos
sospechado. Es el regalo que esa persona amada nos hace,
desde ese lugar donde permanece en nosotros. Continuar
viviendo no es una traición a nuestro ser querido, más
bien un homenaje.
Las pérdidas importantes no son sólo aquellas causadas
por la muerte. Un divorcio, un despido, la pérdida del
estatus social, o económico, la perdida de facultades,
una enfermedad, un proyecto malogrado, la marcha de un
hijo de la casa familiar pueden representar perdidas
igualmente significativas, por las que tendremos que
hacer el duelo.
Y el duelo requiere tiempo para elaborarlo, muchas veces
un largo y duro camino. El camino de las lágrimas como
lo llama Jorge Bucay en su libro con dicho titulo. Libro
que recomiendo a cualquier persona que esté en ese
camino, o que tenga a alguien cercano que lo esté.
Camino en el que se ve la luz si no te aferras a la
oscuridad. Tus lágrimas son parte de ese trayecto.
Yolanda Medina Ortega
Consejera
Acompañamiento en el Duelo
DATOS BIBLIOGRÁFICOS
* William Worden: Grief Counselling and Grief Therapy
* Jorge Bucay: El Camino de las lagrimas |
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