• Los colectivos ecologistas han inundado
este fin de semana las calles de todo el mundo para
reclamar medidas urgentes contra la crisis climática y
sus graves consecuencias humanitarias, medioambientales
y económicas.
• Estas movilizaciones se han desarrollado como protesta
para exigir que se alcancen compromisos firmes en la
COP28, la cumbre climática que Naciones Unidas celebra
en Dubái hasta el próximo 12 de diciembre.
• El último informe del IPCC establece que para que la
temperatura global no supere los 1,5ºC de aumento las
emisiones deberían reducirse en 2030 un 43%, pero siguen
aumentando: no se está haciendo lo suficiente.
Este domingo, miles de personas se han manifestado en
distintos municipios de España, alrededor de 3.000 en la
capital, para exigir a los Gobiernos locales, nacionales
e internacionales que den respuestas urgentes a la
emergencia climática y cumplan con su deber de proteger
la vida y el futuro de todas las personas.
La emergencia climática, cada vez más evidente en forma
de sofocantes olas de calor, sequías sin precedentes,
incendios asoladores, calentamiento de océanos y lluvias
torrenciales, entre otros fenómenos de consecuencias
imprevisibles para el futuro del planeta, tiene un
efecto cada vez más grave a nivel humanitario, climático
y económico. Con el objetivo de reclamar soluciones
urgentes y garantizar la protección de la vida y el
futuro de todas las personas, diferentes organizaciones
se han manifestado este domingo en el centro de Madrid
bajo el lema de “Soluciones y no declaraciones”. La
protesta ha escenificado la exigencia de que se alcancen
compromisos firmes en la COP28, la cumbre climática que
Naciones Unidas celebra en Dubái hasta el próximo 12 de
diciembre.
Alianza por el Clima y Fridays for Future-Juventud por
el Clima, con el apoyo de más de 70 organizaciones y
plataformas, han liderado la manifestación principal,
celebrada en Madrid, así como las que se han llevado a
cabo en Almería, Badajoz, Bilbao, Cádiz, Córdoba,
Granada, Huelva, Palma, Santiago de Compostela, Sevilla,
València, Xixón y Zaragoza. En todas ellas se ha
reclamado una transformación sin precedentes que ponga
en el centro a las personas, la salud, la reducción de
las desigualdades y la justicia climática; así como
puesto de relieve la fuerza de plataformas y
asociaciones locales que luchan por salvar zonas
silvestres y entornos urbanos de intereses espurios
ajenos a los de la ciudadanía.
En la capital, dos columnas, con sendas salidas en
Puerta de Toledo y Gran Vía, se han unido en Sol para
marchar conjuntamente por la calle Alcalá hasta la plaza
de Cibeles, donde las organizaciones convocantes han
subrayado que la crisis climática afecta de forma
injusta a las personas que menos responsabilidad han
tenido en provocarla. “No es justo que grandes empresas
contaminantes obtengan miles de millones de euros de
beneficios al tiempo que aceleran las crisis climáticas
y acrecientan las desigualdades”, han asegurado los
convocantes en un manifiesto conjunto.
Las organizaciones convocantes han recordado que poner
fin de forma definitiva a los combustibles fósiles es la
única forma de garantizar un futuro para la humanidad y
que en consecuencia es necesario implementar
inmediatamente todas las soluciones técnicas, sociales y
legislativas necesarias para ello. Asimismo, han
insistido en que una verdadera transición energética no
podrá lograrse sin reducir considerablemente los niveles
de consumo de energía actuales.
La crisis climática es una crisis de desigualdad. La
redistribución de la riqueza, el avance de la democracia
participativa y un decrecimiento económico planificado y
socialmente justo son los pilares fundamentales de esta
necesaria transición, que solo será posible si va de la
mano de la protección de los ecosistemas naturales y de
los Derechos Humanos.
Otras organizaciones se han unido a la declaración, con
la que los participantes han exigido justicia climática
para las personas más vulnerables; ciudades que
prioricen el uso del transporte público y promuevan los
espacios arbolados; un modelo ferroviario que vertebre
el territorio; y recursos suficientes para que la
sanidad pública pueda copar con las enfermedades
derivadas de la crisis climática, entre otras peticiones
inaplazables.
Recientes informes del Panel Intergubernamental para el
Cambio Climático han sido tajantes a la hora de
establecer que, de no tomarse medidas inmediatas, antes
de que termine esta década se habrá superado el límite
de 1,5 ºC y se estará muy cerca de los 2 ºC. En
concreto, la última revisión presentada por este grupo
de expertos de Naciones Unidas, del pasado marzo,
constata que las emisiones globales contaminantes
deberían reducirse en 2030 hasta un 43% con respecto a
las de 2019. Sin embargo, los países ni siquiera han
sido capaces de evitar que sigan subiendo, y en 2022
aumentaron un 1 %, según este mismo organismo.
Los fenómenos meteorológicos extremos están mostrando
las enormes consecuencias humanas, sociales y económicas
de seguir esta senda, pero los gobiernos están muy lejos
de fijar una reducción compatible con las indicaciones
científicas y, mucho menos, de señalar a los
combustibles fósiles y al resto de elementos
contaminantes como uno de los principales problemas
climáticos a combatir.
Ante una dejación de funciones a nivel internacional
como esta y en un contexto de crisis climática en el que
toda la humanidad está en evidente riesgo, pero
especialmente las personas, zonas y colectivos más
vulnerables, los colectivos convocantes exigen:
- Una descarbonización mundial rápida e inmediata, que
afecte a todos los sectores productivos, atendiendo a
los principios de justicia social y económica,
enfrentando así la desigualdad que se manifiesta entre
clases sociales y la existente entre los denominados Sur
y Norte Global.
- Que las soluciones se apliquen, asimismo, desde todas
las administraciones, partiendo de las locales, que en
casos como Madrid no están promoviendo las
transformaciones necesarias, como evidencian la escasez
de zonas verdes, la tala indiscriminada de árboles o la
permanencia de incineradoras como la de Valdemingómez,
que continúa emitiendo sustancias tóxicas y
cancerígenas.
- Que se destinen fondos internacionales suficientes a
la adaptación y a las pérdidas y los daños de los países
y comunidades más vulnerables que en ningún caso
deberían agravar la deuda de los países del Sur.
- Que se inicie de forma inmediata cuantos cambios
legislativos sean necesarios para afrontar la crisis
climática en las políticas energéticas, urbanas,
agrarias, sociales y económicas; y que estos cambios
protejan a todas las personas, especialmente a
trabajadores, mujeres y colectivos vulnerables, así como
a la biodiversidad y al planeta frente a las múltiples
agresiones que nos dejan cada vez más expuestos al
“infierno climático”, como lo denominó el Secretario
General de Naciones Unidas.
- Un régimen de incompatibilidades que ponga freno a los
intereses fósiles y de las grandes empresas
contaminantes. No debe normalizarse que Emiratos Árabes
Unidos, organizador de esta COP28, haya designado como
presidente de dicha cumbre al jefe de su petrolera
estatal (ADNOC). Es incomprensible que los Estados
permitan que los intereses de las petroleras sigan
participando en las mesas de negociación climática. |
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