• La organización denuncia que Enagás
abusa de su posición privilegiada para construir
infraestructuras gasistas innecesarias como El Musel
(Asturias) que financia la ciudadanía: el 99,3% de sus
ingresos en 2022 procedió de los bolsillos de los
consumidores por el uso de estas infraestructuras.
• España cuenta en la actualidad con un exceso de
capacidad de gas mientras la demanda en toda Europa está
disminuyendo.
• El nuevo acuerdo comunitario sobre el Paquete del Gas
deja la puerta abierta a que el desarrollo del hidrógeno
quede en manos de la industria fósil y no establece una
hoja de ruta clara para la eliminación del gas fósil en
la UE.
• Asturias: Greenpeace organiza esta tarde en Gijón una
mesa redonda para hablar sobre este informe y desgranar
los entresijos de la industria del gas fósil con
diversos expertos.
Una investigación de Greenpeace España ha revelado cómo
la industria del gas ha empujado a la Administración
española, y a otras en Europa, a autorizar un aumento
masivo en la construcción y reapertura de instalaciones
de gas fósil innecesarias, pagadas por los
contribuyentes, de las que la principal beneficiaria es
la propia industria del gas. Un caso ilustrativo es la
planta de El Musel, en Gijón (Asturias), donde se
importa, además, gas procedente del fracking, una
técnica extractiva prohibida en España y Europa por sus
nefastas consecuencias medioambientales y sobre la
salud.
En su informe La siniestra historia de El Musel – O cómo
la industria del gas fósil convirtió España en una
adicta al gas, Greenpeace demuestra que Enagás, al igual
que otras muchas empresas petroleras y gasistas, siguen
intentando lo imposible: ampliar la infraestructura de
combustibles fósiles mientras presumen de
“descarbonizar” el sistema energético. En realidad,
Enagás no financia las inversiones en El Musel: los
peajes y cánones por el uso del sistema gasista
(gasoductos, instalaciones de almacenamiento y
regasificación) los establece el Estado en el “mercado
regulado” y los pagan los consumidores españoles en su
factura. En 2022, los “ingresos regulados” de la
compañía gasista supusieron el 99,3% de sus ingresos
totales, un total de 957 millones de euros. Es decir,
cuanto más construye Enagás, más dinero recibe de los
consumidores. Estas cifras demuestran que el negocio les
resulta rentable, incluso si la instalación de gas no se
utiliza.
“El Musel es un ejemplo más de cómo los operadores de
gas están utilizando el miedo a la escasez de suministro
de gas en Europa para desviar la atención de la
transición energética’ hacia la ‘necesidad de seguridad
energética’”, ha señalado Francisco del Pozo Campos,
responsable de la campaña de Energía de Greenpeace.
María Botella, de la campaña contra los Combustibles
Fósiles de Greenpeace, añade que “los operadores de gas
han estado utilizando la crisis energética para lucrarse
mientras nos abocan a décadas de dependencia del gas y
al pago de la factura por parte de la ciudadanía”.
La importación de gas licuado estadounidense en Europa
se disparó en 2022. España, el segundo mayor importador
de Europa, representó un 17% del total de estas
importaciones, lo que supone un aumento del 117% en
comparación con el año anterior. El refuerzo de esta
dependencia del gas aleja a España y Europa
peligrosamente del objetivo del Acuerdo de París de
limitar el aumento global de la temperatura a 1,5°C. A
punto de comenzar la COP28, que tendrá lugar del 30 de
noviembre al 12 de diciembre en Dubái, Greenpeace
demanda un acuerdo para la eliminación rápida, justa y
equitativa de los combustibles fósiles.
LAS PRINCIPALES REVELACIONES DEL INFORME:
- España no puede satisfacer “la futura demanda de gas
de Europa” porque sólo dispone de dos gasoductos de bajo
volumen que conectan con Francia (otros dos van a
Portugal).
- Europa ya se enfrenta a un exceso de capacidad de gas
y la demanda está disminuyendo (tendencia que se verá
reforzada por los compromisos europeos de reducción de
demanda de gas), por lo que no hay necesidad de
suministros adicionales.
- Varios países de la UE están construyendo sus propias
instalaciones de regasificación y no necesitan el
suministro español de gas licuado procedente de Estados
Unidos.
- Las siete terminales de regasificación que hay en
España, incluida la de El Musel, están infrautilizadas
porque España tiene más capacidad de gas de la que
necesita.
- La necesidad de “ayudar a eliminar las importaciones
de gas ruso” también es una afirmación falsa: España es
actualmente el mayor importador de la UE de gas licuado
ruso.
- Por otro lado, Enagás propone un futuro improbable en
el que la infraestructura de gas podría reutilizarse
para transportar hidrógeno, pero la viabilidad técnica y
económica del transporte de hidrógeno a través de esos
gasoductos es cuestionable y no existen planes concretos
para generar las cantidades necesarias de hidrógeno
“verde” a partir de fuentes renovables. Por si fuera
poco, los contratos a largo plazo que empresas como
Naturgy, Endesa, Iberdrola y Repsol han firmado con
proveedores de gas licuado de EEUU pretenden mantener la
dependencia de España del gas hasta 2042.
“Necesitamos una transición hacia una alternativa justa
y sostenible a los combustibles fósiles que sólo puede
lograrse mediante iniciativas como la rehabilitación
energética de edificios, el ahorro y eficiencia
energética, la electrificación, la instalación de
fuentes de energía renovable y la promoción del
autoconsumo y las comunidades energéticas. Iniciativas
que en su conjunto crearían más trabajo que los
combustibles fósiles, impulsarían la economía y
supondrían una mejora significativa de la calidad de
vida para la ciudadanía asturiana. Tal cambio ayudaría a
su vez a nuestro país a transitar hacia la
descarbonización y la autosuficiencia en materia
energética. Esto es posible con el apoyo de los
Gobiernos central y regional, en forma de políticas
fiscales adecuadas y formación”, ha destacado Del Pozo. |
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