• La organización ecologista ha seguido
durante varios meses el destino de 29 prendas de ropa
usada con localizadores que fueron depositadas en
contenedores municipales y en tiendas de Zara y Mango.
• Tanto las grandes marcas como los ayuntamientos
utilizan los mismos gestores, que en buena medida pasan
por exportar la ropa a miles de kilómetros a países de
Asia, África o Sudamérica donde la reutilización no está
asegurada.
• La economía circular que promueven las marcas dista
mucho de los resultados: tras cuatro meses de
investigación, solo se ha podido confirmar la
reutilización de una prenda de casi una treintena de
piezas de ropa.
Greenpeace está llevando a cabo una investigación para
determinar cuál es el destino de las prendas que
depositamos en los contenedores de recogida de ropa
instalados tanto en la vía pública así como en algunas
tiendas. Solo se ha podido determinar la reutilización
de una de las 29 prendas monitorizadas, que fue
adquirida en una tienda de segunda mano en Rumanía. Tras
cuatro meses de seguimiento, muchas prendas siguen
moviéndose y parece que no han llegado a su último
destino, aunque han recorrido miles de kilómetros a
lugares tan lejanos y diversos como Chile, Pakistán,
India o Togo; o se encuentran en almacenes en polígonos
industriales de España o simplemente siguen sin dar
señal.
Ante la proximidad del Black Friday, uno de los días
donde más se consume y donde las marcas incitan a la
compra masiva de productos como ropa ofreciendo rebajas,
la organización ecologista ha querido publicar los
resultados iniciales de la investigación y compartir el
seguimiento online que está realizando de las prendas
que aún siguen viajando para que quien quiera pueda
conocer a diario dónde están localizadas.
“Hemos podido comprobar que la gestión que se hace de la
ropa que se deposita en contenedores se aleja mucho de
la economía circular que buscan. El modelo actual
necesita de países del Sur Global para producir ropa y
luego gestionar los residuos que se generan al
desecharla, viajando miles de kilómetros. Mientras esto
no cambie la segunda vida de la ropa será más una
estrategia de la industria para que sigamos comprando
ropa sin remordimientos en días como el Black Friday que
una realidad”, ha declarado la responsable de la
investigación, Sara del Río.
MILES DE KILÓMETROS
Con este propósito, entre julio y agosto Greenpeace
colocó dispositivos de seguimiento convencionales tipo
botón en 29 prendas aptas para una segunda vida (ropa y
calzado) que luego depositó en contenedores de once
provincias españolas, situados tanto en la vía pública
como en tiendas de Zara y Mango. La primera gran
sorpresa fue que ambas vías siguen el mismo proceso,
debido a que las entidades de gestión en ambos casos son
las mismas. Un ejemplo claro es que prendas procedentes
de ambos sistemas de recogida han sido localizadas en
Emiratos Árabes Unidos, que al igual que Pakistán,
cuenta con centros de recepción internacionales de ropa
ubicados en zonas francas, lo que facilita su
reexportación.
Las prendas seguidas por Greenpeace también han sido
localizadas en África. En concreto, han aparecido en
Egipto, Togo y Marruecos. Cabe destacar que, según la
Agencia Europea del Medio Ambiente, el 46 % de los
textiles usados exportados desde la UE tienen a países
africanos como destino, donde son revendidos alrededor
del 60 %, mientras que el resto es desechado, muchas
veces directamente en el medio ambiente como Greenpeace
pudo comprobar en otra reciente investigación. Cabe
destacar que esta práctica, aun pareciendo buena, es muy
perjudicial para las economías locales que ven cómo la
ropa usada “barata” europea, que inunda los mercadillos
de numerosos países, impide el desarrollo de una
industria textil local. Otra de las prendas ha llegado a
Chile, a pesar que América no es un destino habitual de
la ropa usada que se genera en España. Chile posee uno
de los casos mundialmente más reconocidos de
contaminación textil por las montañas de ropa usada que
se acumulan en el desierto de Atacama.
Según las investigaciones de Greenpeace, la ropa usada
procedente de España que se envía a países europeos,
suele tener un valor económico muy superior a la que se
envía a países como Marruecos o Emiratos o Pakistán (que
son de los principales destinos de las exportaciones),
lo que también indicaría una peor calidad, lo que le
resta posibilidades de una segunda vida y un mayor
riesgo de acabar siendo desechada, con el consiguiente
impacto medioambiental.
UN SISTEMA QUE NO FUNCIONA
Durante el desarrollo del trabajo, la organización
ecologista también ha detectado la presencia de un
circuito irregular de gestión de residuos textiles, es
decir, que se escapan a la gestión autorizada por los
ayuntamientos, que tienen la competencia de la recogida
selectiva de residuos.
Alrededor de la mitad de los dispositivos de seguimiento
no han salido de España, aunque sí se han movido una o
varias veces de lugar. Esto es debido a que los cuatro
meses de investigación que han transcurrido hasta ahora
no son suficientes para realizar el seguimiento completo
hasta el destino final de la prenda de ropa que se
deposita en un contenedor. Por esta razón, Greenpeace
permite que desde su web se realice el seguimiento de
los trackers que aún no han llegado a destino
actualizando diariamente su localización o hasta que se
confirme que las limitaciones de la metodología no han
permitido conocer correctamente su localización.
Greenpeace cree que la investigación pone de manifiesto
la necesidad de cambiar radicalmente el modelo de
producción y consumo de ropa y evitar caer en falsas
soluciones o parches que retrasen este cambio. La
gestión efectiva de la ropa usada para que no suponga un
problema medioambiental y social cada vez mayor, a la
que las marcas de ropa estarán obligadas a partir de
2025 tiene que estar acompañada de una reducción
drástica de la producción, un aumento de la durabilidad
y la calidad de las prendas.
EL COSTE DE LA "FAST FASHION" VS. LA ROPA SOSTENIBLE
El precio es uno de los principales argumentos que
favorecen el consumo de "fast fashion" frente a vestirse
de forma sostenible. Greenpeace ha comparado 10 prendas
básicas de marcas de "fast fashion" con prendas
equivalentes de moda sostenible, tomando como referencia
el presupuesto medio de ropa y calzado por persona al
año según datos del INE 2022. Partiendo de la reducción
del consumo como primer paso de compra sostenible, se ha
comprobado que es posible vestirse de forma sostenible
sin salirse del presupuesto medio, combinando prendas
nuevas de marcas sostenibles con alternativas de consumo
circular (como el alquiler y la reutilización) y
evitando así los costes ambientales y sociales de la "fast
fashion".
PERFORMANCES EN 10 CIUDADES DE ESPAÑA
Por otro lado, activistas de la organización ecologista
han realizado actividades reivindicativas en 10 ciudades
del estado, en las que han denunciado la relación
existente entre la llamada “fast fashion” y sus
implicaciones en el medioambiente y la sobreexplotación
de personas, principalmente mujeres. Para ello,
realizaron una pasarela ficticia en la que se mostraba a
modelos desfilando y quitándose la ropa sobre una
alfombra negra, como un símbolo de que esta forma de
hiperconsumo genera una obsolescencia que no dura ni el
tiempo que llevaba a las y los modelos, desfilar por la
pasarela. Con lemas como “La moda rápida destruye el
planeta y explota a mujeres” o “La mejor oferta es
salvar el planeta”, la organización ha querido llevar al
corazón comercial de las calles de las principales
ciudades del estado, un mensaje para la ciudadanía en
general y una llamada a que se repiense esta forma de
hiperconsumo que genera impactos ambientales y sociales. |
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