• Ante la previsión de que el Gobierno
pueda lanzar un Real Decreto Ley contra la sequía, la
organización lanza el decálogo de medidas que debería
recoger.
• Hace falta un cambio profundo en el sistema
agroalimentario, el mayor consumidor de agua.
• Entre las medidas que pide Greenpeace, urge un plan
para la reducción sustancial del regadío y mejorar el
control del uso ilegal del agua.
Ante la actual y grave sequía que padece España,
Greenpeace se adelanta a un posible real decreto ley y
presenta 10 medidas que deberían ponerse en marcha
inmediatamente para afrontar la presente sequía, así
como las venideras y, en general, la crisis del agua, en
la que ya estamos inmersos. Lamentablemente, si no
frenamos el cambio climático, los fenómenos extremos
como la sequía van a ser cada vez más frecuentes y
devastadores. España estará entre los países europeos
más castigados por este tipo de fenómenos extremos, lo
que afectará mucho las condiciones de vida, la salud e
incluso el modelo productivo, muy en particular, del
sector agroalimentario.
Hasta ahora, los reales decretos aprobados por sequías,
el último en 15 de marzo de 2022, están aprobados de
urgencia ante estos periodos y contemplan únicamente
medidas en los ámbitos fiscal, laboral, financiero e
hidráulico. Son necesarias pero tienen una visión
cortoplacista que ayuda a paliar los impactos de la
sequía de manera momentánea pero no prepara a la
agricultura y la ganadería para los impactos que, sin
duda, sufrirán a futuro. Asociada a esta creciente
escasez, existe una mala gestión histórica de este
recurso, lo que ha llevado, entre otras cosas, a su
contaminación, en particular por nitratos y otros
contaminantes, haciéndola, en muchos sitios ya,
inservible para consumo humano. Por ejemplo, según los
datos del Sistema de Información Nacional de Agua de
Consumo (SINAC), entre 2016 y 2021 se detectó
contaminación por nitratos por encima del máximo legal
en el agua de consumo de 411 pueblos.
“Si no frenamos la emergencia climática, nos
enfrentaremos a condiciones cada vez más difíciles y,
sin duda, la falta de agua será de las peores, porque
todo depende de ella”, ha afirmado Eva Saldaña,
directora ejecutiva de Greenpeace España. “Es necesario
que se actúe con urgencia y valentía, con medidas
ambiciosas y, para algunos sectores, duras. Por ello,
desde Greenpeace pedimos un plan de choque ante la
sequía. Ante las sequías.”
Este mes de abril ha sido el más seco desde que hay
registros, es decir, desde hace más de 60 años. No ha
habido un mes de abril con tan pocas precipitaciones,
humedad relativa y temperaturas tan altas. Las reservas
hídricas de agua embalsada han alcanzado el 49%, 18
puntos menos que hace 10 años en las mismas fechas.
Vemos ya las consecuencias de esta falta de agua, lo
vemos en Andalucía y Cataluña, donde más de 220
municipios tienen ya restricciones en el uso del agua
importantes, y vemos cómo la agricultura de secano y la
ganadería extensiva están teniendo problemas con la
falta de agua en sus cosechas. Paradójicamente, vemos
también en este contexto hechos alarmantes, como el del
Gobierno Andaluz, que quiere perpetuar un modelo nefasto
en el entorno del Parque Natural de Doñana con la
legalización de alrededor de un millar de hectáreas de
regadío ilegal, medida contraria a la dirección
adecuada. No podemos seguir ampliando la demanda de un
recurso que va a ser cada vez más escaso.
Por ello, desde Greenpeace, pedimos que el Gobierno
central y los Gobiernos autonómicos, dentro de sus
competencias, adopten medidas que permitan afrontar, de
forma estructural, la crisis del agua.
ESTAS SON LAS VERDADERAS MEDIDAS QUE DEBERÍAN ESTAR
EN UN REAL DECRETO DE SEQUÍA:
- Establecer un plan para la reducción de la superficie
de regadío, principalmente el intensivo e industrial,
primando el agua para consumo humano, los caudales
ecológicos y los cultivos para consumo directo humano.
Revisar la conversión de cultivos de secano a regadío.
- No permitir ningún nuevo proyecto altamente demandante
de agua (de ocio, urbanismo, hotelero…) en zonas con
problemas históricos de suministro.
- Mejorar el control del uso ilegal de agua,
especialmente con la localización de todos los pozos
ilegales, para su vigilancia y cierre en los casos que
no puedan legalizarse.
- Descartar la construcción de más infraestructuras
hidráulicas, como embalses o trasvases. Las desaladoras
deben limitarse a situaciones excepcionales.
- No conceder ninguna concesión ni autorización a nuevas
instalaciones de ganadería intensiva o a la ampliación
de las existentes y reducir, empezando ya en 2023, de
forma progresiva, la cabaña ganadera en intensivo, con
el fin de alcanzar un 50% menos para 2030.
- Establecer una hoja de ruta para la transición hacia
la agroecología, de cara a garantizar que, al menos, un
30% de la superficie cultivada sea en ecológico para
2030. En las zonas más críticas, como Doñana, Mar Menor
o las Tablas de Daimiel, entre otras, esta transición
debe ser acelerada.
- Establecer perímetros de protección, una figura
contemplada en la Directiva Marco del Agua, eficaces en
todas las zonas de captación de agua para consumo
humano, que permita preservarlas en buenas condiciones
tanto a nivel cuantitativo como cualitativo.
- Integrar en el Código Técnico de la Edificación la
obligación de que todos los nuevos edificios incorporen
medidas de ahorro de agua y, especialmente, de
reutilización de las aguas grises para uso en las
cisternas, así como para el riego de zonas verdes.
- Aumentar el presupuesto destinado a la gestión
forestal —que debe centrarse en la planificación y
protección de los recursos hídricos— para avanzar en la
adaptación de los bosques mediterráneos al cambio
climático y, por tanto, en la protección del suelo y del
agua (gestión ecohidrológica).
- Adoptar de forma inmediata la “dieta de salud
planetaria”, priorizando alimentos de origen vegetal
frente a los de origen animal, en todos los comedores
colectivos públicos e institucionales. La carne y otros
productos de origen animal son los alimentos que más
agua necesitan para su producción
- “Y, por supuesto, detener las emisiones de gases de
efecto invernadero para mitigar la emergencia climática,
algo que ya va por delante de cualquier medida. Nos
acordamos de lo importante que es el agua cuando empieza
a faltar. Urge un cambio profundo en el sistema
agroalimentario, el mayor consumidor de agua en España y
en el mundo. España no puede seguir siendo la huerta de
Europa ni la macrogranja del mundo”, explica el
responsable de agua en Greenpeace, Julio Barea. “La
gestión del agua en España se ha basado en una oferta
ilimitada, por insostenible que ésta sea, basada en la
construcción de embalses, trasvases, canalizaciones y
grandes obras hidráulicas, sin solucionar el tema de la
falta de agua en los periodos de sequía. Es vital
cambiar la visión errónea de que el agua es un recurso
ilimitado y las políticas públicas deben ir dirigidas al
ahorro, la prevención de la contaminación y la mejora de
los sistemas de depuración”. |
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