• En el Día Mundial de los Humedales
Ecologistas en Acción responsabiliza a las
administraciones públicas del grave deterioro de los
humedales españoles.
• La expansión del regadío, que sobreexplota los
recursos hídricos, y la contaminación de las aguas
constituyen grandes amenazas para la conservación de los
humedales. Son un ejemplo de la mala gestión del agua
por parte de los gobiernos autonómicos y central.
• Ecologistas en Acción reclama que la conservación de
la biodiversidad y la protección de los humedales sean
transversales a todas las políticas sectoriales, y
organiza una veintena de actos para reivindicar la
protección de estos espacios.
El 2 de febrero se celebra el Día Mundial de los
Humedales. En él se conmemora el aniversario del
Convenio de Ramsar, tratado intergubernamental clave
para garantizar la correcta conservación de los
humedales y del que el Estado español forma parte. Esta
fecha es importante para sensibilizar a la ciudadanía y
dar a conocer la importancia de los humedales en el
contexto de la actual crisis ecológica global. Estos
ecosistemas son refugio y hogar de una gran
biodiversidad y contribuyen notablemente a la mitigación
y adaptación al cambio climático. Asimismo, los
humedales son esenciales para la supervivencia humana,
ya que incluyen algunos de los ecosistemas más
productivos del mundo y proporcionan importantes
procesos ecosistémicos que producen innumerables
beneficios. Los humedales son unos de los ecosistemas
más amenazados a nivel mundial. Se estima que desde 1970
han desaparecido hasta el 35 % de los humedales del
mundo. Desde el siglo XVIII esta cifra se eleva hasta el
87 %. En el caso de España las cifras oscilan entre el
60 % y el 70 % de pérdida de patrimonio húmedo desde
principios del siglo XX hasta los años 80 del mismo.
En el Estado español se han declarado 76 zonas húmedas
dentro del Convenio Ramsar. Sin embargo, desde el 2011
solo dos humedales se han añadido a la lista: el Marjal
de Almenara en la Comunidad Valenciana en 2017 y el
Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas
Atlánticas en Galicia en 2021. Además de los incluidos,
muchos presentan serias y recurrentes amenazas, por lo
que no se están cumpliendo los compromisos generales de
conservación del Convenio Ramsar. Ecologistas en Acción
reclama no solo la necesidad de aumentar el catálogo de
humedales inscrito en el convenio, sino la urgencia de
políticas reales de protección y gestión que garanticen
su conservación.
Según datos divulgados por el Ministerio para la
Transición Ecológica y el Reto Demográfico, se estima
que solo el 12 % de los humedales españoles analizados e
incluidos en la Lista Ramsar presenta un buen estado de
conservación desde un análisis ornitológico. La
incapacidad de los humedales para presentar hábitats
adecuados para las aves contribuye notablemente a la
crisis de pérdida de biodiversidad. Siete humedales de
la Lista de Importancia Internacional del Convenio de
Ramsar están afectados por expedientes informativos o
quejas de Ramsar (Doñana, Daimiel, Mar Menor o
Aiguamolls de l’Empordà, entre otros). Hay dos (Doñana y
Delta del Ebro) que tienen abiertos procedimientos de
infracción europeos.
El propio Plan Estratégico de Humedales a 2030 del
gobierno español reconoce que esto se debe
principalmente a “procesos de expansión/intensificación
agraria en cuencas circundantes/vertientes
(superficiales o subterráneas)”. Cambios de usos del
suelo, alteración de regímenes hídricos, contaminación y
alteraciones hidromorfológicas son identificadas como
algunas de las mayores amenazas sobre los humedales
españoles, muy a menudo vinculadas a un modelo agrícola
intensivo, especialmente a la gran expansión que se está
produciendo del regadío y el gran consumo que ello
conlleva. Ecologistas en Acción reclama la necesidad de
revisar las políticas de gestión del agua y exige a
todas las autoridades competentes (Confederaciones
Hidrográficas y administraciones autonómicas, locales y
central) un esfuerzo decidido para revertir este
problema, que está empeorando como consecuencia del
cambio climático.
Recientemente el Consejo de Ministros ha aprobado la
revisión de los planes hidrológicos de las demarcaciones
hidrográficas. Una de las herramientas normativas
creadas para que estos planes indiquen las medidas de
protección de los ecosistemas acuáticos y su evolución
es el inventario nacional de zonas húmedas. 19 años
después de su creación, nueve comunidades autónomas
todavía no han incluido un solo humedal en el
inventario, lo que conlleva que el 30 % de las zonas
Ramsar del Estado no lo estén. Para Ecologistas en
Acción es un indicador de la pasividad de las
administraciones públicas respecto a la conservación de
estos espacios.
Los dos primeros humedales españoles acogidos por el
Convenio Ramsar cuando este fue rectificado por el
Estado español en 1982, los parques nacionales de Doñana
y las Tablas de Daimiel, son una clara evidencia del
lamentable estado de conservación de estos ecosistemas
en el territorio. Ambos se encuentran incluidos en el
Registro Montreux, que señala dentro de la Lista Ramsar
aquellos humedales que presentan cambios en las
características ecológicas como consecuencia de la
acción antrópica.
La presión humana y las repoblaciones monoforestales
contribuyen a la progresiva desaparición de las marismas
de Doñana, pero el principal causante de este declive es
un modelo de producción agrícola, que ha renunciado a la
agricultura tradicional del secano para favorecer la
expansión de un regadío cada vez más intensivo, que
esquilma los recursos hídricos superficiales y
subterráneos, dañando gravemente la estructura de los
acuíferos. El resultado es que tres de los cinco
acuíferos que las alimentan están sobreexplotados y solo
dos de los tres cursos fluviales que históricamente
desembocan en el parque nacional siguen haciéndolo, y
además de manera intermitente.
El caso de las Tablas de Daimiel es aún más dramático.
El uso extenuado e insostenible de las aguas
subterráneas del acuífero 23 para el regadío condujo a
la declaración de ese acuífero, así como el 24, como
sobreexplotado. De eso hace ya varias décadas. Desde
entonces la situación no ha mejorado. La consecuencia es
un parque nacional altamente degradado.
Detener la pérdida de biodiversidad debe ser una
prioridad gubernamental que marque la agenda de la
gestión del agua, la agricultura, la economía, el
comercio y la planificación territorial en toda
institución si se quiere revertir el estado de
degradación de los humedales españoles. |
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