• Solo una quincena de áreas urbanas
cuenta con estos instrumentos para proteger la salud
pública, y ninguno está adaptado al Protocolo Marco
estatal aprobado en 2021.
Los episodios de contaminación del aire son responsables
en España de más de 10.000 muertes prematuras, cada año,
según han puesto de manifiesto los trabajos más
recientes del Instituto de Salud Carlos III y el
Ministerio de Sanidad. La contaminación tiene un impacto
en salud a corto plazo muy relevante, que sextuplica la
mortalidad de los accidentes de tráfico.
No obstante, hasta la fecha solo una quincena de áreas
urbanas se ha dotado de protocolos de actuación frente a
episodios de mala calidad del aire, pese a que en 2007
la ley estatal de calidad del aire y protección de la
atmósfera obligó a su adopción en todas las
aglomeraciones y municipios con población superior a
100.000 habitantes (sesenta y cuatro en la actualidad).
Se trata de las ciudades asturianas de Avilés, Gijón y
Oviedo (mediante un protocolo autonómico) y de los
ayuntamientos de A Coruña, Barcelona, Gijón, León,
Madrid, Murcia, Sevilla, València, Valladolid y
Zaragoza, además de las principales localidades de las
áreas metropolitanas de Barcelona y Madrid, aplicando
protocolos autonómicos.
Ciudades tan relevantes como Alicante, Bilbao,
Cartagena, Córdoba, Elche, Granada, Málaga, Palma, Las
Palmas, Pamplona, Santa Cruz, Vigo o Vitoria carecen de
protocolos frente a episodios de contaminación, pese a
que Gobierno y comunidades autónomas aprobaron en julio
de 2021 el Plan Marco de Acción a corto plazo para
episodios de contaminación del aire.
Los pocos protocolos frente a episodios de mala calidad
del aire vigentes hasta la fecha son muy dispares, tanto
en los contaminantes considerados (en general partículas
y/o dióxido de nitrógeno) como en los umbrales para la
aplicación de las distintas medidas y en el alcance de
las mismas, que deberían incorporar restricciones
inmediatas y amplias de la circulación de automóviles o
de las fuentes puntuales responsables de los episodios,
en cada caso.
En este contexto, la publicación el pasado martes de un
Real Decreto que reitera la obligación de estos
instrumentos en todas las comunidades autónomas y en los
ayuntamientos mayores de 100.000 habitantes donde exista
el riesgo de sufrir episodios de mala calidad del aire,
es una iniciativa positiva, si bien no establece un
plazo máximo de aprobación, salvo para la adaptación de
los protocolos vigentes o en elaboración al Plan Marco
de Acción estatal, que deberían abordar las
administraciones responsables de los mismos en este mes
de enero.
Dicho Real Decreto, que modifica el reglamento de mejora
de la calidad del aire, establece umbrales mínimos de
activación, información y alerta para los principales
contaminantes atmosféricos, entre los cuales aparecen
por primera vez umbrales de alerta para los
contaminantes más peligrosos, las partículas. No
obstante, dichos umbrales son superiores a los fijados
por la Organización Mundial de la Salud (OMS), por lo
que son insuficientes.
Dado que la mayor parte de la contaminación en las áreas
urbanas procede del tráfico, y mayoritariamente de los
coches, en opinión de Ecologistas en Acción buena parte
de las medidas para reducir las puntas de contaminación
deben ir encaminadas a limitar la utilización del
automóvil con antelación suficiente, mediante acciones
que a la vez que reducen la velocidad y el uso del
coche, canalicen la necesidad de movilidad hacia el
transporte público y los modos de transporte no
motorizados, como la bicicleta y el peatón.
La supuesta impopularidad de las medidas de restricción
del tráfico demora o impide en ocasiones la ejecución de
estas medidas y otras como las zonas de bajas emisiones
obligadas antes de 2023, por las incomodidades o las
protestas de ciertos agentes urbanos, amplificadas
políticamente en vísperas de convocatorias electorales
como las del próximo mes de mayo, cuando lo cierto es
que son mayoritariamente entendidas y compartidas por la
población al fundamentarse en la salud pública.
Esta realidad ha quedado acreditada por la respuesta
ciudadana ante la crisis de la COVID–19, asumiendo con
naturalidad limitaciones de la circulación mucho más
drásticas que las que se requieren en los episodios de
contaminación atmosférica, que en general solo afectan a
un medio concreto como es el automóvil privado. La
información a la población sobre la gravedad del
problema es otro requisito imprescindible para que los
protocolos frente a los episodios de contaminación del
aire sean eficaces.
Un episodio de mala calidad del aire es una situación en
la que las condiciones meteorológicas son desfavorables
para la ventilación, lo que hace que la concentración de
contaminantes atmosféricos se eleve por encima de los
estándares sanitarios o legales. En España, los
episodios de contaminación se relacionan con situaciones
de tiempo anticiclónico estable, seco y sin viento,
siendo las inversiones térmicas invernales y las olas de
calor estivales los fenómenos meteorológicos más
propicios para que se eleven los contaminantes. |
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