• El Ministerio de Justicia pretende dar
un golpe mortal a una jurisdicción que funciona de
manera eficaz y coordinada, repitiendo con los equipos
técnicos de las Fiscalías y Juzgados de Menores el mismo
error de 2014 con los gabinetes psicosociales de los
Juzgados de Familia: adscribirlos a los IMLyCF.
Contra toda lógica, y desoyendo a los agentes
implicados, el Ministerio de Justicia quiere continuar
con unos cambios que se iniciaron 8 años atrás con la
adscripción de los Gabinetes Psicosociales de los
Juzgados de Familia a los Institutos de Medicina Legal y
Ciencias Forenses (IMLyCF). Esta decisión ha dado como
resultado el colapso absoluto de las jurisdicciones que
supuestamente se pretendía beneficiar. En el mejor de
los casos, los retrasos en la emisión de los informes
periciales en asuntos de Familia y Violencia de Género
son de tal envergadura a día de hoy que se está
perjudicando las actuaciones judiciales, retrasando la
toma de decisiones de los juzgados meses e incluso años,
perjudicando con ello fundamentalmente las relaciones de
niños con sus progenitores.
Sobre la base de estos nefastos resultados, el
Ministerio de Justicia pretende ahora dar un golpe
mortal a una jurisdicción que funciona de manera eficaz
y coordinada, repitiendo con los equipos técnicos de las
Fiscalías y Juzgados de Menores el mismo error que se
cometió en 2014 con los gabinetes psicosociales de los
Juzgados de Familia: adscribirlos a los IMLyCF.
Son muchas y muy cualificadas las voces que se han
alzado en contra de esta decisión, como la Sección de
Menores de la Fiscalía General del Estado, la Asociación
de Fiscales, el Foro Judicial Independiente o la
Asociación de Psicólogos Forenses de la Administración
de Justicia. Precisamente estas voces pertenecen a
quienes conocen de primera mano y experimentan día a día
la Justicia de Menores en nuestro país y que, entre
otras cuestiones, se manifiestan con rotundidad a favor
de mantener la especialización de los técnicos que
intervienen en el proceso judicial de menores, siguiendo
el espíritu de los tratados internacionales suscritos
por España. Esta especialidad, una vez se integren junto
al resto de técnicos en los IMLyCF, se perderá.
También dan la voz de alarma ante la desaparición de uno
de los principios de la Justicia de Menores, su
inmediatez, sin la cual se merma la finalidad educativa
de la intervención con estos sujetos en evolución,
acabando así con el actual contacto inmediato entre los
equipos técnicos de Menores y los Jueces y Fiscales.
Así, pasaría a ser el correspondiente director del
IMLyCF, desconocedor de la dinámica funcional de esta
jurisdicción, quien se encargue de la organización y
distribución de esta labor. Por otra parte, la ausencia
de una respuesta inmediata y eficaz puede redundar en el
aumento de la delincuencia juvenil, en la que no se ha
tenido en cuenta el incremento de casos de elevada
gravedad a los que se están enfrentando los Juzgados de
Menores, como delitos sexuales, maltrato familiar y
violencia de género, delitos contra la integridad moral,
robos con violencia e intimidación o lesiones.
Mucho nos tememos que detrás de esta actuación por parte
del Ministerio se oculta la intención de “remediar” la
actual situación de déficit de plantilla de psicólogos y
trabajadores sociales que sufren estos IMLyCF por la
falta de previsión de la Administración de Justicia y su
negativa a contratar el personal necesario para cubrir
las numerosísimas demandas de los juzgados en asuntos de
Violencia de Género, Familia, Penal, víctimas,
incapacidades, etc.
Modificar algo que funciona bien, introduciendo unos
cambios cuyos efectos están comprobados como muy
perjudiciales, es un desatino de tal calibre que
supondrá el fin de la Justicia de Menores en España tal
y como ahora la conocemos y, por desgracia, el resultado
será muy negativo para una parte de nuestra sociedad
especialmente vulnerable: nuestros jóvenes. Porque
cualquier joven entre 14 y 18 años puede cometer un
hecho delictivo de manera más o menos puntual. De cómo
responda a ello nuestra sociedad dependerá en gran
medida su futuro y, en definitiva, el de todos. |
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