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Trabajos de limpieza del chapapote
Foto: José Luis García Cano/2002
Fuente: Ecologistas en Acción
Valencia 12
de noviembre 2020

  2002-2020 NUNCA MÁIS PRESTIGE  
TESTIMONIOS PARA EL RECUERDO

 

• 18 años después de la catástrofe del Prestige en las costa gallega, Ecologistas en Acción recuerda lo sucedido y publica testimonios de testigos de la marea negra y también de la marea blanca de solidaridad.
• La organización ecologista, a través de su federación gallega, rememora aquellos días de chapapote y lágrimas, pero sin olvidarse de la oleada de solidaridad que conmovió a la sociedad.

Un funesto 13 de noviembre de 2002 se produjo el mayor desastre ecológico de la historia de Galicia. Una terrible noche de temporal, el petrolero monocasco Prestige sufrió una vía de agua cuando navegaba a 28 millas (52 km) del cabo Fisterra. Las autoridades españolas comenzaron un rocambolesco periplo remolcando el barco hasta que se partió en dos el día 19 de noviembre.

Como consecuencia de ello, llegaron a nuestras costas varias decenas de miles de toneladas de fuel oil (chapapote), que luego se extendieron por toda la costa cantábrica y el sur de Francia, produciendo una de las mayores mareas negras de la historia. Las olas de fuel y muerte batieron contra los acantilados de la Costa da Morte, contra las Islas Cíes y Ons, contra las enormes y solitarias playas desde A Lanzada hasta Nemiña.

Ante la incompetencia y la falta de medios de la Xunta y el Gobierno central, cientos de marineros se lanzaron a defender las rías, pescando con sus redes y sus propias manos el chapapote. La sociedad civil autoorganizada, las cofradías de pescadores, las mariscadoras, las asociaciones, fueron las que dieron respuesta a la catástrofe ante la incomparecencia de las autoridades.

Se generó también una ola de solidaridad en todo el Estado y en muchos países, acudiendo miles de personas voluntarias: una marea blanca frente a la marea negra, para limpiar de chapapote las costas gallegas, trabajando durante varios meses. Fueron días de lágrimas y dolor, de mentiras y rabia que despertaron en el pueblo gallego una oleada de indignación que anegó la plaza del Obradoiro seis veces en la histórica manifestación del 1 de diciembre de 2002.

200.000 paraguas repitieron como un eco la frase mágica ‘Nunca Máis’. Orgullo y dignidad, vestidas de negro y azul, de un pueblo que gritaba ‘basta’ a la burla negra de desastres ecológicos que periódicamente azotaban las costas gallegas. Polycommander, Urquiola, Andros Patria, Casón, Mar Egeo, la lista de la infamia, nombres clavados en nuestra memoria colectiva como el chapapote en las rocas. Ocho de los trece mayores accidentes con vertidos de petróleo en las últimas seis décadas se han producido en las costas de Galicia.

La movilización de la sociedad gallega, articulada en la amplia plataforma Nunca Máis llegó hasta la Puerta del Sol, con una enorme marcha hacia Madrid para exigir justicia, respeto y reparación: “Estábamos hartos de que nos tomaran el pelo con los ‘hilillos de plastilina’ y las ‘playas espléndidas’”, afirma Cristóbal López Pazo, portavoz de Ecoloxistas en Acción de Galiza.

El Gobierno y la Xunta intentaban minimizar el alcance de la tragedia para ocultar su pésima gestión. La realidad, que les azotaba en la cara, era la absoluta carencia de recursos y medios, su total incompetencia para acometer la protección y limpieza de las zonas contaminadas. Esa oleada movilizadora que abarcó mucho más allá del movimiento ecologista, inundando centros de enseñanza, centros de trabajo, cada puerto y cada balcón produciendo un auténtico seísmo que despertó nuestra conciencia como pueblo y nos devolvió la dignidad.

18 años después los efectos del vertido del Prestige todavía están presentes en la Costa da Morte, pudiéndose observar todavía a simple vista. Aún queda chapapote bajo la arena. Nos encontramos ante otra prueba más de cómo, cuando se produce un gran desastre ecológico, sus efectos perduran durante años o incluso décadas. Por ello, es necesario que se adopten por parte de las autoridades todas las medidas necesarias para evitar que se vuelvan a producir este tipo de accidentes.

Conviene recordar que el 70 % del transporte marítimo europeo pasa frente a Galicia, unos 40.000 barcos al año, y aproximadamente uno de cada tres (38 al día) transporta mercancías peligrosas, además de su combustible. Recordemos el accidente del quimiquero Blue Star en la Ría de Ares el año pasado.

Ecologistas en Acción y su federación gallega, Ecoloxistas en Acción, reclaman una rápida y adecuada actuación, justo lo contrario de lo que se hizo con el Prestige, para evitar que el accidente pase a convertirse en una catástrofe ambiental:

“Es necesario mejorar la coordinación de medios operativos permanentes y unidades de vigilancia marítima, así como el aumento de la cantidad y calidad de las inspecciones de los buques que atracan en el litoral de Galicia. Hay pequeños Prestige diarios, en forma de sentinazos. Tenemos también que romper con este modelo dependiente del petróleo, cuyas desgraciadas consecuencias para el planeta conocemos. Tengamos siempre presentes estas imágenes, hagamos memoria de esta tragedia, pero también de esta lucha, para que un desastre así no vuelva a repetirse nunca mais”.

 

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