• 18 años después de la catástrofe del
Prestige en las costa gallega, Ecologistas en Acción
recuerda lo sucedido y publica testimonios de testigos
de la marea negra y también de la marea blanca de
solidaridad.
• La organización ecologista, a través de su federación
gallega, rememora aquellos días de chapapote y lágrimas,
pero sin olvidarse de la oleada de solidaridad que
conmovió a la sociedad.
Un funesto 13 de noviembre de 2002 se produjo el mayor
desastre ecológico de la historia de Galicia. Una
terrible noche de temporal, el petrolero monocasco
Prestige sufrió una vía de agua cuando navegaba a 28
millas (52 km) del cabo Fisterra. Las autoridades
españolas comenzaron un rocambolesco periplo remolcando
el barco hasta que se partió en dos el día 19 de
noviembre.
Como consecuencia de ello, llegaron a nuestras costas
varias decenas de miles de toneladas de fuel oil
(chapapote), que luego se extendieron por toda la costa
cantábrica y el sur de Francia, produciendo una de las
mayores mareas negras de la historia. Las olas de fuel y
muerte batieron contra los acantilados de la Costa da
Morte, contra las Islas Cíes y Ons, contra las enormes y
solitarias playas desde A Lanzada hasta Nemiña.
Ante la incompetencia y la falta de medios de la Xunta y
el Gobierno central, cientos de marineros se lanzaron a
defender las rías, pescando con sus redes y sus propias
manos el chapapote. La sociedad civil autoorganizada,
las cofradías de pescadores, las mariscadoras, las
asociaciones, fueron las que dieron respuesta a la
catástrofe ante la incomparecencia de las autoridades.
Se generó también una ola de solidaridad en todo el
Estado y en muchos países, acudiendo miles de personas
voluntarias: una marea blanca frente a la marea negra,
para limpiar de chapapote las costas gallegas,
trabajando durante varios meses. Fueron días de lágrimas
y dolor, de mentiras y rabia que despertaron en el
pueblo gallego una oleada de indignación que anegó la
plaza del Obradoiro seis veces en la histórica
manifestación del 1 de diciembre de 2002.
200.000 paraguas repitieron como un eco la frase mágica
‘Nunca Máis’. Orgullo y dignidad, vestidas de negro y
azul, de un pueblo que gritaba ‘basta’ a la burla negra
de desastres ecológicos que periódicamente azotaban las
costas gallegas. Polycommander, Urquiola, Andros Patria,
Casón, Mar Egeo, la lista de la infamia, nombres
clavados en nuestra memoria colectiva como el chapapote
en las rocas. Ocho de los trece mayores accidentes con
vertidos de petróleo en las últimas seis décadas se han
producido en las costas de Galicia.
La movilización de la sociedad gallega, articulada en la
amplia plataforma Nunca Máis llegó hasta la Puerta del
Sol, con una enorme marcha hacia Madrid para exigir
justicia, respeto y reparación: “Estábamos hartos de que
nos tomaran el pelo con los ‘hilillos de plastilina’ y
las ‘playas espléndidas’”, afirma Cristóbal López Pazo,
portavoz de Ecoloxistas en Acción de Galiza.
El Gobierno y la Xunta intentaban minimizar el alcance
de la tragedia para ocultar su pésima gestión. La
realidad, que les azotaba en la cara, era la absoluta
carencia de recursos y medios, su total incompetencia
para acometer la protección y limpieza de las zonas
contaminadas. Esa oleada movilizadora que abarcó mucho
más allá del movimiento ecologista, inundando centros de
enseñanza, centros de trabajo, cada puerto y cada balcón
produciendo un auténtico seísmo que despertó nuestra
conciencia como pueblo y nos devolvió la dignidad.
18 años después los efectos del vertido del Prestige
todavía están presentes en la Costa da Morte, pudiéndose
observar todavía a simple vista. Aún queda chapapote
bajo la arena. Nos encontramos ante otra prueba más de
cómo, cuando se produce un gran desastre ecológico, sus
efectos perduran durante años o incluso décadas. Por
ello, es necesario que se adopten por parte de las
autoridades todas las medidas necesarias para evitar que
se vuelvan a producir este tipo de accidentes.
Conviene recordar que el 70 % del transporte marítimo
europeo pasa frente a Galicia, unos 40.000 barcos al
año, y aproximadamente uno de cada tres (38 al día)
transporta mercancías peligrosas, además de su
combustible. Recordemos el accidente del quimiquero Blue
Star en la Ría de Ares el año pasado.
Ecologistas en Acción y su federación gallega,
Ecoloxistas en Acción, reclaman una rápida y adecuada
actuación, justo lo contrario de lo que se hizo con el
Prestige, para evitar que el accidente pase a
convertirse en una catástrofe ambiental:
“Es necesario mejorar la coordinación de medios
operativos permanentes y unidades de vigilancia
marítima, así como el aumento de la cantidad y calidad
de las inspecciones de los buques que atracan en el
litoral de Galicia. Hay pequeños Prestige diarios, en
forma de sentinazos. Tenemos también que romper con este
modelo dependiente del petróleo, cuyas desgraciadas
consecuencias para el planeta conocemos. Tengamos
siempre presentes estas imágenes, hagamos memoria de
esta tragedia, pero también de esta lucha, para que un
desastre así no vuelva a repetirse nunca mais”. |
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