• El gran poeta comunista Gabriel Celaya
llegó a decir que “el humor es fascista”. El hombre,
amargado, y con mucho dolor acumulado en sus espaldas,
no gozó de la liberación catártica del humor. Peor para
él.
Claro que para que el ingenio y la ironía resulten
eficaces es preciso que, como “la caridad bien
entendida”, que decía San Pablo, “comiencen por uno
mismo”. Es decir, que la clave del humor consiste en
reírse de quien lo practica. Cuando sólo se aplica sobre
los demás, es sarcasmo, burla, ridiculización y mala
leche.
Esto viene a cuento del presunto programa humorístico “Polònia”,
de TV3, que se dedica indefectiblemente a ridiculizar a
España, a los españoles y a sus fuerzas de seguridad,
mientras que los separatistas catalanes siempre son los
buenos de la película.
Justo lo contrario que el divertido programa “¡Vaya
semanita!”, de ETB, en el que el humor y hasta el
ridículo recaía sobre vascos de todas las especies y
también sobre los demás, abarcando los temas
considerados más delicados.
Esa tradición del humor, que alcanza cotas de finura en
los gallegos, por ejemplo, y pasa por Las Fallas de
Valencia o Las Chirigotas de Cádiz, es nuestra única
esperanza de salvación colectiva frente a tanta hosca
trascendencia como hay hoy día, dispuesta a partir la
cara a un prójimo que no piense como él.
Claro que no todo el mundo puede tener el mismo sentido
del humor. Los bilbaínos, quizá por la tradición
grotesca del personaje cómico Arlote y sus “arlotadas”,
siempre hemos estado dispuestos a sentirnos ridículos,
sin tener ningún complejo por ello. Recuerdo, a este
respecto, que intentando camelar hace años a la familia
de mi novia catalana les conté un chiste de vascos que
les causó gran regocijo. Envalentonado por mi éxito, les
dije: “Ahí va otro de catalanes”. Las caras biliosas con
que lo acogieron, me revelaron que mejor era guardar el
sentido del humor para cuando volviese a casa.
O sea, que no todo el mundo tiene el mismo sentido del
humor, por supuesto. Pero, como demostró Lubistch en “To
be or not to be”, hasta lo más horrible es susceptible
de ser tratado con humor, ya que ésta es la
manifestación más sublime e inteligente del ser humano.
El día en que este país perdiese totalmente el sentido
del humor, como hacen hoy día ciertos supremacistas
excluyentes, es que España no tendría ya remedio.
ENRIQUE ARIAS VEGA
• Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva
escribiendo más de cincuenta años. Sus artículos han
aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en
la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico
Noticias del Mundo de Nueva York.
• Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico
de Catalunya, de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y
la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como
director general de publicaciones del Grupo Zeta y
asesor de varias empresas de comunicación. |
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