• “Exigimos un gobierno para una agenda
social. Es hora de dejar la política del regate corto”.
• Los resultados de las elecciones generales vuelven a
dejar unas Cortes Generales fragmentadas, con cambios en
la composición de fuerzas dentro de los bloques
políticos, progresista y conservador.
La nueva convocatoria de elecciones ha dado como
resultado una nueva mayoría progresista en el Congreso.
En un momento de excepcionalidad política –con cuatro
convocatorias electorales en cuatro años, y con un
ambiente muy condicionado por los acontecimientos tras
la sentencia del Supremo respecto al procès– los tres
partidos de la derecha no tienen opciones matemáticas ni
políticas de gobernar. Y este es un elemento destacable.
Sin embargo, la mayoría progresista es más precaria que
tras las elecciones del 28 de abril, produciéndose
prácticamente a votos entre los bloques si por ellos
entendemos al progresista (PSOE, UP y MP) y conservador
(PP. VOX y Cs).
Hay que felicitar al PSOE por su victoria electoral que,
sin embargo, debe ser matizada. Tanto este partido como
Unidas Podemos han bajado su representación y han
perdido votos, con un importante crecimiento de la
abstención, por lo que obviamente ha habido un castigo
del electorado progresista a la gestión de los
resultados del 28 de abril, que debieran leer tanto
Pedro Sánchez como Pablo Iglesias.
Pero sin duda lo más preocupante de estas elecciones ha
sido el incremento en votos, que se ha reflejado en
escaños, de una opción de ultraderecha que, situándose
fuera del marco constitucional, abandera un discurso
rabiosamente antisocial, xenófobo y misógino. El tiempo
determinará si lo que ha impulsado a Vox hasta el 15% de
los votos es básicamente la situación generada tras la
sentencia del Tribunal Supremo sobre el denominado
procès, o sus cimientos tienen más causas y se termina
por configurar como la opción ultra que existe en otros
países de Europa.
En general, se aprecia un reforzamiento de los partidos
nacionalistas o de base territorial –en un momento en
que las estrategias políticas de unos y otros no tienen
nada que ver, dicho sea de paso– y de una cierta
tendencia centrífuga del voto. Esto se puede apreciar en
la evolución del BNG en Galicia, del PNV y Bildu en
Euskadi, o la correlación de fuerzas entre ERC, JxCAT y
la CUP, incluso en el reforzamiento de Coalición Canaria
o el surgimiento de Teruel Existe.
Esta tendencia centrífuga tiene que ver, además de con
la diversidad de nuestro país, con la incapacidad de
plantear respuestas estratégicas a los retos de la
ciudadanía que dé respuesta a sus problemas desde la
política general, empezando por las consecuencias de la
desaceleración económica y la enorme precariedad laboral
y vital en la que viven millones de ciudadanos/as.
Necesitamos estrategias políticas de vertebración de
país que aborden la lucha contra la desigualdad, los
problemas territoriales y de financiación, las reformas
de la fiscalidad, la garantía del futuro de las
pensiones… El escenario es más complicado que ayer, pero
las fuerzas políticas progresistas están en la
obligación de intentarlo.
Es necesaria una hoja de ruta programática sobre la que
articular una mayoría parlamentaria. En el próximo
Congreso va a haber una mayoría de izquierdas que puede
pactar proyectos legislativos respecto a reforma
laboral, pensiones, fiscalidad etc. Pero para ello hay
que salir del regate corto y las posiciones inamovibles.
Volver a empezar la discusión sobre el desbloqueo
político desde el debate monográfico sobre cómo componer
el Gobierno puede ser el camino más rápido para un nuevo
bloqueo que, además, agravaría la desafección de la
política que se explica sobre sí misma, y no sobre los
problemas reales de la ciudadanía y de las trabajadoras
y trabajadores.
Es hora de la responsabilidad política. La clase
trabajadora de este país no está para demorar más tiempo
la constitución de un gobierno con un programa
progresista y una mayoría viable para llevarlo a cabo.
El movimiento sindical será exigente y proactivo en este
objetivo. Hay mucho en juego. Entre otras cosas no
seguir alimentando a la ultraderecha.
Queremos políticas sociales que ofrezcan expectativas de
futuro a amplias capas sociales que viven precarizadas y
con inseguridad. CCOO se compromete a trasladar a la
sociedad española las prioridades sociolaborales y
socioeconómicas que debieran constituir la espina dorsal
de una acción de gobierno basado en una agenda social,
de cohesión social como base para afrontar los complejos
problemas que tiene España, y de medidas ante la
desaceleración económica. |
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