• Un abogado, cuyo trabajo ha ayudado a
que la República de Kirguistán se convierta en el primer
país del mundo en erradicar la apatridia, es el ganador
global del Premio Nansen para los Refugiados 2019
otorgado por ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas
para los Refugiados.
A través de su organización Abogados sin Fronteras del
Valle del Ferganá (Ferghana Valley Lawyers Without
Borders, FVLWB), Azizbek Ashurov ha ayudado a conseguir
la nacionalidad kirguís a más de 10.000 personas que se
habían convertido en apátridas tras la disolución de la
Unión Soviética. De ellas, unos 2.000 son niños y niñas
que ahora podrán disfrutar de su derecho a recibir una
educación y a tener un futuro en el que ser libres para
viajar, casarse o trabajar.
La apatridia afecta a millones de personas en todo el
mundo. Las personas apátridas quedan privadas de sus
derechos y de los servicios básicos, quedan marginadas
de las estructuras políticas y económicas, sufren
discriminación y una situación de especial
vulnerabilidad a la explotación y a sufrir abusos.
“La historia de Azizbek Ashurov demuestra su tenacidad y
determinación personal”, declaró Filippo Grandi, Alto
Comisionado de la ONU para los Refugiados.
“Su compromiso con la causa en favor de la erradicación
de la apatridia en Kirguistán, un logro alcanzado junto
con el gobierno kirguís y otros actores en el país, es
un poderoso ejemplo de la capacidad que puede tener una
sola persona para inspirar y movilizar para lograr una
acción colectiva”.
En la Unión Soviética, al no existir fronteras internas,
las personas se desplazaban por Asia Central con su
documentación interna, con la cual obtenían la
residencia y contraían matrimonio. Tras la disolución de
la URSS en 1991 y la creación de nuevos Estados, muchas
personas quedaron atrapadas entre las nuevas fronteras
establecidas, en muchas ocasiones contando con un
pasaporte soviético que ya no tenía validez o sin poder
demostrar su lugar de nacimiento. Cientos de miles de
personas se convirtieron en apátridas en la región,
incluyendo Kirguistán.
Esta situación afectó de forma desproporcionada a las
mujeres que, en muchas ocasiones, quedaron despojadas de
su nacionalidad por haber contraído matrimonio y haberse
reubicado en otro Estado antes de que se desintegrase la
Unión Soviética y se establecieran las nuevas fronteras.
Al existir leyes que contemplan que la ciudadanía se
obtiene de forma hereditaria, la situación de apatridia
de estas mujeres se fue transmitiendo también a sus
hijas e hijos.
Ashurov ayudó a crear organización ‘Abogados sin
Fronteras del Valle del Ferganá’ en 2003 motivado por
las dificultades a las que tuvo que hacer frente su
propia familia para conseguir la nacionalidad a su
llegada desde Uzbekistán tras la disolución de la URSS.
La organización se creó con el objetivo de ofrecer
asesoría legal gratuita y asistencia a personas
desplazadas, apátridas o indocumentadas en situación de
vulnerabilidad en la zona sur de Kirguistán.
“Cuando veo una injusticia no puedo quedarme de brazos
cruzados”, cuenta Ashurov. “La apatridia es una
injusticia. Una persona apátrida no es reconocida por
ningún Estado. Son como fantasmas. Existen físicamente,
pero no sobre el papel”.
“Nuestro papel a la hora de reducir la apatridia
consiste en ayudar a las personas a hacer lo que no
pueden hacer solas. Nosotros no les concedemos la
nacionalidad, sino que les devolvemos un derecho que
tendrían que haber tenido desde su nacimiento”.
“Si fue complicado para mí, a pesar de mi formación y
siendo abogado, imagínese lo difícil que debe ser para
una persona normal y corriente”, dice.
Como el número de personas que contactaban con Abogados
sin Fronteras del Valle del Ferganá en busca de ayuda
para resolver problemas de nacionalidad era cada vez
mayor, Ashurov decidió centrar el trabajo de la
organización en la apatridia, colaborando con otros
actores para mapear por primera vez casos por todo el
país, con el propósito de abordar este problema
devastador de una vez por todas.
Ashurov y la organización Abogados sin Fronteras
formaron equipos legales móviles que han estado viajando
a zonas remotas en el sur del país para encontrar a
personas en situación vulnerable y a grupos marginados
de la sociedad. En un país tan montañoso como
Kirguistán, los equipos legales móviles tuvieron que
desplazarse en vehículos todoterreno o incluso realizar
viajes a caballo.
Gracias a su estrecha colaboración con las autoridades
de Kirguistán, que dio lugar, por ejemplo, al
lanzamiento de una “amnistía” temporal para quienes no
contaban con documentación vital, un gran número de
personas apátridas consiguió la nacionalidad.
“Nuestro método principal consistía en trabajar con el
gobierno”, explica Ashurov. “Conseguimos captar su
atención y que se hicieran nuestros amigos. Éramos
pequeños guerreros, pero a nuestras espaldas teníamos un
gran tanque”.
“Al igual que en el caso de Kirguistán, otros Estados en
la región han puesto en marcha campañas con las que se
han identificado a unas 46.000 personas apátridas hasta
el momento, y ya se han resuelto con éxito 34.500
casos”. |
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