• Alrededor del 19% de la población
española no lee las etiquetas de los alimentos que
consume, cuando es necesario para decidir si lo que
compras es sostenible: si es ecológico o usa componentes
químicos, si es local y contamina menos su transporte…
• En oposición al Black Friday, Greenpeace apuesta por
un consumo más racional con un taller, en el marco de su
evento internacional HAZ, en el que explicará cómo
entender verdaderamente las etiquetas en nuestras
compras.
• Entre otras cosas, conviene mirar la letra pequeña de
muchos productos llamados ecológicos sin certificación
real que lo aval.
• En la ropa, es importante ver en la etiqueta su
contenido de poliester y en tecnología convendría poder
leer su reparabilidad.
El cambio climático y la pérdida de biodiversidad no es
solo responsabilidad de gobiernos y corporaciones. Todas
las personas podemos mejorar la situación con pequeños
gestos cotidianos como elegir mejor lo que compramos.
Por eso, Greenpeace quiere compartir con la ciudadanía
claves para un consumo más sostenible y, para ello,
celebra de nuevo las jornadas HAZ con talleres, charlas,
proyecciones, juegos, conciertos, espacios de
intercambio y reparación… etc.
Entre las actividades del HAZ, se ha diseñado un taller
de etiquetado para entender lo que compramos y poder
responsabilizarnos así de nuestras decisiones. “Dedicar
unos minutos de manera habitual a leer el etiquetado,
nos ayudará a seleccionar mejor los productos y, así,
cuidar más de nosotros/as y del medioambiente” ha
declarado Celia Ojeda, responsable de la campaña de
consumo.
Una de las pautas que se trabajará en el taller son los
mitos del etiquetado, como esos anuncios de estrategia “greenwashing”,
que muestran un respeto irreal por el medioambiente, con
reclamos como natural, orgánico, producido
responsablemente…, y que, en muchas ocasiones, no tienen
ninguna certificación oficial detrás o solo es un
elemento del producto el que está certificado. El
etiquetado, muchas veces, llega a contradecir el
packaging o el propio marketing general de la marca.
ALGUNAS CLAVES DEL ETIQUETADO:
PESCA:
La sobreexplotación pesquera afecta a más del 90% de las
poblaciones de peces estudiadas del Mar Mediterráneo y
al 40% de las estudiadas en aguas europeas del
Atlántico.
En el pescado, hay que distinguir entre fresco,
congelado o envasado, diferenciando entre lo que se
considera “marketing” o nombre comercial y realmente la
especie que estamos consumiendo. Por ejemplo, “Bonito
del Norte” es una denominación comercial aceptada, que
nos lleva a pensar que comemos un bonito capturado en el
Cantábrico, cuando no siempre es así. Hay que mirar la
etiqueta para saber si ha sido capturado en el
Cantábrico o bien en el Pacífico…
CARNE:
La ganadería es ya responsable del 14’5% de las
emisiones de gases de efecto invernadero, una parte muy
importante del total de emisiones que provocan el cambio
climático.
Es necesario reducir el consumo y la producción media de
carne y lácteos a nivel global en un 50% para 2050. Esto
representa un consumo semanal de carne de 300 gramos y
de lácteos de 630 gramos. Si no se controla, se
producirán efectos drásticos y peligrosos para el cambio
climático, impedirá cumplir el Acuerdo de París y se
llegará a un escenario en el que el sector agrícola
producirá el 52% de las emisiones mundiales de gases de
efecto invernadero en las próximas décadas, de las que
el 70% provendrá de la producción de la carne y los
lácteos. Hay que fijarse en el etiquetado de los
alimentos de origen animal y elegir aquellos que estén
certificados como “ecológicos, biológicos u orgánicos” y
es necesario fijarse también en que sean locales, o
buscar, a través de otros canales de comercialización,
sistemas que garanticen una producción respetuosa con el
medio ambiente y los animales.
ROPA:
Al año se fabrican más de 100 mil millones de prendas de
ropa y el 60% contiene fibras sintéticas hechas a base
de crudo, que no son biodegradables, lo que supone, o
más residuos en los vertederos, o mayor contaminación
atmosférica por su incineración.
Una manera de no consumir tanta ropa es saber cuidarla y
lavarla con muchos menos productos tóxicos, pero para
esto es necesario entenderla. Las certificaciones suelen
ser exigentes pero también son caras y no accesibles
para emprendedores, por eso hay que poner en valor las
pequeñas marcas que, como mínimo, aseguran ediciones
limitadas y empleo local, dos criterios de
sostenibilidad. Otro aspecto a revisar en una prenda es
la cantidad de poliéster que contiene, que es plástico
que se desprende como microplásticos en cada uno de los
lavados, llegando directamente al océano.
COSMÉTICOS:
Los cosméticos usan 8.000 sustancias químicas. Productos
exfoliantes, pastas de dientes y detergentes contienen
pequeñas bolas de plástico (entre 130.000 y 2,8 millones
en un bote). Su tamaño tan reducido hace que no queden
atrapadas por los filtros de las depuradoras y llegan
directamente al mar.
En los cosméticos aprenderemos a identificar el INCI
(International Nomenclature Cosmetics Ingredients) que
es el listado de los componentes de un producto de
belleza, y así podremos detectar las mentiras del
etiquetado y aprender a detectar los parabenos, los
perfumes o los derivados del petróleo.
TECNOLOGÍA:
En 2014, tres millones de toneladas métricas de residuos
electrónicos procedían de pequeños productos
informáticos como los smartphones.
Hoy por hoy el etiquetado de la tecnología indica sus
principales características, pero no su reparabilidad.
Las empresas deberían esforzarse más para posibilitar la
reparación de sus dispositivos. Esto nos ayudaría a
luchar contra la obsolescencia programada que nos obliga
a consumir de forma compulsiva. En tecnología, debería
existir un etiquetado que nos indique: si permite
sustituir la batería, la posibilidad de reemplazar la
pantalla, la necesidad de herramientas especiales para
abrirlo y la disponibilidad de piezas de repuesto. En la
actualidad, esto es imposible a nivel usuario, por eso
es difícil poder hacer una compra basada en estos
criterios. La única manera de reducir la creciente suma
de residuos electrónicos es no producirlos, por lo que
“no hay mejor móvil o portátil que el que tienes ahora
mismo, el cual puedes conservar para preservar el
planeta”.
PLÁSTICOS:
A nivel mundial, solo el 9% del plástico se recicla, el
12% se quema y el restante 79% acaba en vertederos o en
el medioambiente.
La mejor manera de no tener que mirar una etiqueta de un
plástico es no consumirlo y tener una alternativa que se
pueda usar muchas veces. Sin embargo, lo que sí es
importante detectar en el etiquetado, o bien saber si es
solo marketing, son las “falsas soluciones”, por
ejemplo, aquellos productos que vienen etiquetados como
con recipiente “biodegradable”, es decir, que tienen un
porcentaje de materia vegetal, pero que, en la mayoría
de los casos, siguen conteniendo plástico en grandes
cantidades. Este envase no se degrada, porque en el
medio no se dan las condiciones para que esto pase. Algo
parecido pasa con los “plásticos compostables”; para que
lo sea debe llevar el sello de OK compost. Estos
recipientes pueden seguir llevando plástico y solo se
degradan en condiciones de altas temperaturas (hasta 70ºC)
y de aireación, condiciones que no se dan en la
naturaleza. Hay que saber no solo lo que consumimos,
sino también el envase que lo contiene. |
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