• El Consejo tendría que estar iniciando
la renovación de cargos, que caducan en los próximos
meses, para abordar este grave problema.
• Greenpeace lleva años denunciando el riesgo de estos
terrenos contaminados y es inconcebible la inacción al
respecto.
• En el año 2007 Greenpeace descubría un vertido
radiactivo, junto a unas balsas de fosfoyesos, situadas
a escasos 500 mts. de la ciudad de Huelva.
El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) informó ayer de
que, en España, existen diversos terrenos que presentan
radiactividad, originada por actividades humanas, sin
considerar, además, aquellos que se encuentran ubicados
en instalaciones autorizadas. Sin embargo, y a pesar del
riesgo que entrañan, ninguno de ellos está declarado
como terreno contaminado, por no existir regulación
específica.
Greenpeace recuerda que el Parlamento es quien debe
exigir responsabilidades al CSN y pide, además, su
renovación, tal y como exige la normativa. Los cargos
del Consejo caducan en los próximos meses, por lo que
tendría que estar tramitándose ya su renovación, para la
conformación de un organismo capaz de abordar el
problema sin dilación.
“La actual composición del CSN no responde a la
aritmética parlamentaria actual, no atiende
diligentemente las responsabilidades que exige la misión
de proteger a la población y el medioambiente de los
efectos nocivos de las radiaciones ionizantes, y es
urgente que se renueve”, ha declarado Raquel Montón,
responsable de la campaña nuclear de Greenpeace
La organización ecologista lleva años exigiendo medidas
sobre estos terrenos pero, en muchas ocasiones, el CSN,
máximo responsable de la seguridad radiológica en
España, ha escudado su inacción en la falta de
normativa, mientras que sí ha actuado otras veces, como
en la tramitación de permisos para el Almacén Temporal
Centralizado en Villar de Cañas (Cuenca), o la mina de
uranio de Retortillo (Salamanca), sin tener toda la
normativa actualizada.
Respecto a los terrenos contaminados que nombra el CSN
en su nota de prensa, es conocida y denunciada su
situación desde hace muchos años:
ALMERÍA
El 17 de enero de 1966 dos aviones militares de EEUU
colisionaron cuando sobrevolaban la localidad almeriense
de Palomares. De las cuatro bombas termonucleares que
transportaba uno de los aviones, dos detonaron al chocar
contra el suelo, liberando parte del material
radioactivo que contenían. El ejército estadounidense
emprendió la limpieza en el área y envió material
contaminado de regreso a EEUU, pero la limpieza no fue
completa y dejaron una cantidad significativa de
contaminación en la zona.
En la actualidad existen incertidumbres. Hay zonas
contaminadas fuera de las valladas y, sin embargo, no
está indicado. La justificación de que esto sea así,
según las fuentes oficiales, es que no existe riesgo
real pero, de ser así, no se entiende la nueva necesidad
de limpieza para evitar la dispersión, que, por otra
parte, califican de irrelevante.
Greenpeace presentó el documento “50 años de accidente
de Palomares: El suceso, las consecuencias y la gestión
de los residuos radiactivos”, en el que exponen los
datos disponibles del accidente, repasando las
actuaciones de limpieza, investigación y vigilancia que
se han llevado a cabo desde el año 1966 hasta ahora.
HUELVA
Desde 2004 Greenpeace viene denunciando la radiactividad
de las balsas de fosfoyesos, situadas a escasos 500 m de
la ciudad de Huelva. Estos proceden de la actividad
industrial de Fertiberia. En el año 2007 Greenpeace
descubrió un nuevo vertido radiactivo, situado en el
extremo norte de estas balsas (CRI-9). En este lugar se
enterraron ilegalmente, y sin un control adecuado, miles
de toneladas de materiales altamente contaminados por
Cesio-137, procedentes del accidente de la planta de
Acerinox, en los Barrios (Cádiz) en 1998.
Este año 2018, Greenpeace y Mesa de la Ría han difundido
nuevas imágenes aéreas que confirman las filtraciones de
fosfoyesos a la ría de Huelva tras los temporales. Las
balsas de fosfoyesos contienen más de 120 millones de
toneladas de residuos industriales tóxicos, peligrosos y
radiactivos, como dictaminó la Unión Europea en 2010.
TARRAGONA
En el embalse del río Ebro situado en la localidad de
Flix, Tarragona, se situaban lodos de fosfatos, con
presencia de Uranio-238, que ya han sido retirados según
el CSN. Pero Greenpeace denunció también la
contaminación de otros radionucleidos encontrados en el
embalse (Radio 226, Torio 232, Plomo 210, Cesio 137,
Cobalto 60 y Potasio 40). LA organización ecologista ha
publicado información reiteradamente, desde principios
de los años 90 sobre este asunto. Entre los
contaminantes, se encontraban, además de los
radionucleidos procedentes de la utilización de
fosforita (mineral que contiene dentro de su estructura
cristalina de manera natural U238), metales pesados
(como Arsénico, Cadmio, Plomo o Mercurio) y compuestos
organoclorados, entre ellos Hexaclorobenceno (HCB),
Bifenilos Policlorados (PCBs) y DDT
En mayo de 2018, se retomaron las labores de
descontaminación del Embalse de Flix, que se han
demorado y han estado temporalmente paralizadas,
salpicadas por la corrupción del Caso Acuamed.
EN MADRID Y TOLEDO
En las márgenes del Canal Real del Jarama, se encuentran
las Banquetas del Jarama, con presencia de productos de
fisión, procedentes de la fuga del CIEMAT en 1970.
Greenpeace ha estado pendiente de las consecuencias de
aquella fuga, y en el año 2005 denunciaba ya un posible
caso de nueva contaminación
OTRAS EXPLOTACIONES
También existen antiguas explotaciones de mineral uranio
en las que se han llevado a cabo actuaciones de
restauración, pero que presentan materiales radiactivos.
En este sentido, es preciso señalar que está en trámite
de autorización una nueva mina de uranio en Retortillo,
Salamanca, que, de autorizarse, crearía un nuevo
territorio contaminado radiactivamente. |
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